El significado de las prácticas de la religiosidad entre ecuatorianos es un enigma.
Las creencias cristianas de los países mediterráneos, implantadas en los pueblos de América, no priorizan el cultivo de la interioridad de la fe en los individuos. Por tanto, no aportan una verdadera moral. Muestran un conjunto de banalidades exteriores «apoteósicas», en muchos casos; cuyos complejos significados, no configuran la existencia de los individuos ni de los grupos humanos.
Se imponen prácticas como confesarse, una vez cada cierto tiempo, o recibir la comunión en otro momento. Aunque, los individuos puedan realizar atrocidades y en el último instante de su vida arrepentirse para conseguir su salvación. En otro tiempo, bastaba con abstenerse de comer carne los viernes y podían matar al prójimo, mentir, engañar…
Esa caricatura, muy difundida, presenta al cristianismo católico como algo inferior y erróneo. Con equívocos y malas intenciones. Y como algo banal el cultivo de los estudios, la promoción del crecimiento personal y la influencia positiva en las sociedades en los ámbitos políticos y económicos.
Por otra parte, los países del cristianismo protestante se presentan como superiores a los -según ellos- corruptos y corruptores católicos. No solo por el escándalo del Papado o de la Curia Romana -de moda en esos tiempos de abusos-. Sino, porque afirman que el catolicismo es una religión exterior, enfocados en las ceremonias, las limosnas, los peregrinajes y romerías, las procesiones y cultos de los santos. Cosas que no son el verdadero contenido de la fe. La fe es algo muy serio y requiere esfuerzo, eso es coherente con la lectura del Evangelio. Además -continúan- el catolicismo es una religión del servilismo y manipulación de conciencia, reducen a los individuos a seres sumisos, no libres.
Ciertamente, debido al desplazamiento del centro geopolítico de Italia al Atlántico. Gracias a la empresa de Colón. Los países católicos mediterráneos mantuvieron un aparente protagonismo. Pero, los países reformados ascienden y se establecen como potencias en todos los ámbitos.
La religiosidad entre los ecuatorianos muestra un abultado conjunto de exterioridades. Que aumentan con cada evento. Siempre, se proponen nuevos signos exterior, con el olvido de aquello que es el contenido del Evangelio. Incluso, aunque alguien haga pacto con aquellos que perjudican a los más pobres; esos siguen hablan de moral, de espiritualidad o de Cristo, sin ninguna vergüenza.
Quizá reflexionar sobre aquellas caricaturas del catolicismo, presentadas por la Leyenda Negra de los países protestantes, podría llevarnos a descubrir una auténtica vivencia del Evangelio.