La Iglesia católica considera que su servicio a la sociedad consiste en difundir los valores que surgen del Evangelio, es decir, los principios y enseñanzas de la fe cristiana que se encuentran en la Biblia y la tradición de la Iglesia. Estos valores incluyen el amor al prójimo, la solidaridad, la justicia, la paz y el respeto a la dignidad humana, entre otros.
La Iglesia también cree que es importante respetar la conciencia de los ciudadanos y promover la libertad individual y la organización comunitaria. Esto significa que la Iglesia no busca imponer sus creencias a nadie, sino que trabaja para que las personas tengan la libertad de elegir y vivir según sus propias convicciones.
La Iglesia católica cree que todos los seres humanos tienen una dignidad intrínseca que debe ser protegida y promovida. Por lo tanto, la Iglesia trabaja para que las personas puedan desarrollar su pensamiento y su palabra de manera libre y responsable. Esto implica respetar y proteger la libertad de expresión y la diversidad de opiniones, siempre y cuando estas no dañen a los demás o vayan en contra de los valores del Evangelio.
La acción de la Iglesia dentro del estado se basa en el respeto a la conciencia de los ciudadanos y en la promoción de comunidades organizadas e individuos libres capaces de desarrollar su dignidad humana. Cualquier acción que limite, trunque o afecte la palabra de otro no puede ser considerada como una acción que surge del Evangelio, ya que la Iglesia busca promover la libertad y la dignidad de todos los seres humanos.