Las consecuencias éticas, sociales y espirituales de la mentira y el engaño en el ámbito comunitario, tomando como punto de partida el mal ejemplo de líderes políticos contemporáneos en el Ecuador, como Daniel Noboa. A través de la catequesis y la Doctrina Social de la Iglesia, se reflexiona sobre la importancia de la palabra como fundamento del diálogo, de la confianza y del bien común.
1. Introducción
La sociedad democrática se fundamenta en la confianza recíproca entre ciudadanos e instituciones. Cuando la mentira se normaliza, se rompe el tejido social y se imposibilita el diálogo auténtico. Como afirma Paul Ricoeur (1990), “la palabra es el primer lugar de reconocimiento del otro; cuando se deforma, la relación se desfigura”. En este sentido, el engaño no solo afecta al individuo, sino a la comunidad en su conjunto.
2. El itinerario catequético en el Ecuador y la formación moral
El itinerario de catequesis en el Ecuador consta de seis niveles, cada uno con una finalidad pedagógica específica. El segundo nivel está orientado al sacramento de la Reconciliación, donde se enseña a los niños y jóvenes a identificar todo aquello que atenta contra la dignidad humana. El Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2485) señala que “la mentira consiste en decir lo falso con intención de engañar” y que “es condenable porque constituye una profanación de la palabra, cuyo fin es comunicar la verdad”.
3. La mentira y la imposibilidad del diálogo
El diálogo, entendido como encuentro sincero entre personas, requiere tres condiciones indispensables: el valor de la palabra, la identidad personal y el reconocimiento del otro. Jürgen Habermas (1981) sostiene que la comunicación orientada al entendimiento solo es posible bajo condiciones de veracidad y reciprocidad. Allí donde la mentira se instala, el diálogo se degrada en manipulación o imposición.
4. El mal ejemplo y la formación de los jóvenes
Cuando la mentira se exhibe sin rubor ni vergüenza, se implanta como modelo social negativo. El papa Francisco (2018) advierte que “la corrupción es un proceso de naturalización del mal, que ya no causa vergüenza y se convierte en estilo de vida”. Los jóvenes que observan estas actitudes corren el riesgo de reproducirlas, debilitando así el valor de la educación y el compromiso con el bien común.
5. Educación, responsabilidad y servicio
La formación académica no es un privilegio personal, sino una responsabilidad social. Como afirma Paulo Freire (1970), “la educación auténtica es aquella que libera y orienta al servicio de la comunidad”. El desperdicio de oportunidades educativas, especialmente en contextos de desigualdad, constituye una forma de injusticia que perpetúa estructuras de exclusión.
La mentira y el engaño lesionan la dignidad personal, destruyen la confianza social y obstaculizan el bien común. Frente a los malos ejemplos públicos, la familia, la escuela y la comunidad cristiana deben recuperar el valor de la palabra, la responsabilidad en los estudios y la importancia del diálogo verdadero. Solo así se construye una cultura de la verdad y del servicio.
Referencias
- Catecismo de la Iglesia Católica. (1992). Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana.
- Francisco. (2018). Gaudete et Exsultate. Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana.
- Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI.
- Habermas, J. (1981). Theorie des kommunikativen Handelns. Suhrkamp.
- Ricoeur, P. (1990). Soi-même comme un autre. Seuil.