Carlos Brito Benavides, el famoso compositor de la música del pasillo Sombras, murió el 2 de febrero de 1943. La causa del deceso un envenenamiento o de un colerín. Cualquiera de estas relacionadas con un desfalco de las arcas municipales del Cantón Mejía. Esto es un indicio que habría que investigar.
Todos los pueblos deben purificar su memoria mediante la escritura verosímil de sus recuerdos. Uno de esos puntos por purificar, en el Ecuador, es el enigma de la muerte de Carlos Brito Benavides. Un hecho, en cuya raíz, está la pretensión de camuflar o denigrar a quien denunció un desfalco en el Municipio del Cantón Mejía.
Doña Quintina Cevallos fue la consorte de don Carlos Brito. Una dama de las familias económicamente bienestantes y de alcurnia del Machachi, de esos tiempo. Por ese motivo, la señora sufriría al buscar, cada semana, a su marido en las cantinas del lugar.
Don Carlos, como buen músico, estaría acompañado de una camarilla de amigotes. Quizá por ese motivo, el ya célebre compositor, aceptó un trabajo de oficinista en la municipalidad de Mejía. ¿Quién se podía imaginar que en la encomienda de los números encontraría su muerte?
La vida con un artista es mucho más compleja que acompañar a cualquier mortal; esos bichos, llaman la atención ya sea por su obra ya sea por su forma de vivir. Esto no agrada a todos y ni ayuda la comprensión de la densidad de tales personajes, por la franja de la normalidad de las gentes que se mantiene en la mediocridad positiva o negativa.
Los artistas, por su parte como personas, deben sentir y reconocer su diferencia con el resto de individuos. Ellos soportan auténticos tormentos provocados por la envidia, el desprecio, los comentarios amargos y las fechorías de individuos mezquinos y mediocres. A todo ello, cabe añadir la presión ejercida por los seres amados.
Carlos Brito Benavides, en los últimos años de su vida, fue confinado a vivir, en un cuartito para cuidar el ganado, al margen de la casa de la familia. Según, el recuerdo de quienes visitaban la quinta de doña Quintina, que iban a comprar la leche. La señora, como buena chagra machaceña, se ocupaba de las labores del ganado y del campo.
¿Quién mató a Carlos Brito Benavides? El día de su deceso los pueblerinos dijeron fue por causa de un veneno. Otros, difundieron la noticia de la muerte del compositor por un cólico biliar (colerín). Una afección provocada por las agresiones verbales proferidas por aquellos que estaban comprometidos con el desfalco de las arcas municipales. ¿Quiénes eran estos desfalcadores?
Hasta ahora, los pueblerinos, en vez de afrontar sus miserias y superarlas. se enfocan en eliminar a quien las indican y denuncian. Seguramente, imaginan que sin nadie dice nada desaparece el mal; cuando, contrariamente, la maldad se convierte en perversión, que incluso pasa como lo normal e hasta loable.
Carlos Brito Benavides, además de ser el gran compositor ecuatoriano, es ejemplo, en la administración pública y en la vida ciudadana. Un especial referente para aquellos que no callan antes las injusticias y las pillerías. Una piedra en el zapato de facinerosos y aprovechadores, de esos que sangran y diezman los bienes ajenos, como sanguijuelas y sátrapas.
Los interesados en reflexionar, sobre la identidad del chagra pueden analizar la contribución de la figura de don Carlos Brito Benavides: la genialidad como artista; el apasionado amor a la esposa y a la familia hasta el sacrificio; la decencia en el desempeño en la administración pública, el coraje para denunciar injusticias; el compartir sincero con sus amigos, etc. ¡Este, sí es un buen chagra! ¡Aprenderán, guambras cáscaras!
El enigma de la muerte de Carlos Brito Benavides permite reflexionar sobre una figura innota que muestra la dignidad de los hijos de una tierra. Aunque, tenga que soportar la presión de los ruines que se esfuerzan por abajar y ocultar la contribución de los grandes hombres.