Viejo árbol de papel. Camino al Rumiñahui, Cantón Mejía.

La
fe se asienta en la bondad experimentada de cada ser humano; esto es, el hecho efectivo
del haber probado y gustado de un beneficio y mediante la reflexionar descubrir
el origen de esa bondad. La poesía
No moriré (1931)
de Leonidas Proaño, quizá refiere al deceso de alguien conocido y se convierte
en grito a una vida que anhela, aunque esta sea ignota y misteriosa.
No moriré
“Confió
en Dios: mi fe no ha de ser vana.
¿Qué
voy a morir yo?… ¿Morir no quiero!
En
Dios tengo confianza, en Dios espero:
la
vida en su amplitud tendré mañana”.
¿Por
qué tañéis tan triste es campana?
 ¿Por qué lanzáis ese “ay” tan lastimero?…
¡Murió
nuestro querido compañero!
¡Cuán
frágil es, gran Dios, la vida humana!…
¿Y
su esperanza en Dios fue tan mentida?
¿Murió?…
¡No puede ser!… ¡ah, no, no ha muerto!
 ¡El en Dios esperaba y Dios es Vida!
Ser
libre es morir; llegar al puerto
es
arribar al fin de la partida.
Entra
a la Vida ya: Dios te la ha abierto!
1931.