El Papa Francisco, en los días de febrero (2019), llamó la atención de todos los bautizados, por las acciones para purificar la Iglesia. Una purificación de aquellos abusos que avergüenza a todo cristiano y a los sacerdotes de manera particular.
La solución, obviamente, no está en la polvareda. Y sin reducirle a lo simplón o a lo fácil, se centraría en la misión encomendada a los obispos (y a las Nunciaturas Apostólicas). Estos son responsables de cuidar a los sacerdotes. Este gozne parece abandonado. Uno de los motivos del descuido o abandono -al menos en el Ecuador- estaría en las pretensiones de sostener la autoridad, centrada en el discurso de tintes intelectualistas (o de referencia al ejercicio despótico del poder), en vez de identificarse con el especifico carácter pastoral.
Epi (arriba) y scopus (observador) son dos términos griegos que están en la base de la palabra obispo. En el origen, describían lo importante del ministerio sacerdotal; el término ilustra la respectiva encomienda que se les hace a los sujetos y es la que deberían cumplir.
El quehacer de algunos obispos se centra en el escritorio –burocracia eclesiástica-, asegurando su “protagonismo” dentro del movimiento institucional (social -“político”) de las ciudades y delimitando a los sacerdotes a lo cultual parroquial, sin la vinculación personal insustituible de presbítero-obispo.
La misión encomendada a Pedro, como vicario de Cristo, y a los otro apóstoles, no es en exclusiva ni en solitaria; contrariamente, el signo luminoso de la autenticidad de la presencia de Señor Resucitado es la comunión y la comunidad. Lógicamente, no la “comunidad” en el sentido del grupito excluyente por creerse “sabios” o “elegidos”, que sería un síntoma de la presencia de una secta.
La comunidad cristiana debe ser testimonio de fraternidad y servicio mutuo, sin los pujos de presumir ser superiores los unos sobre los otros. Peor, todavía, el ser cómplices de apagar la luz de aquellos que ayudarían pero que, en su vez, se ponen lánguidos ninacuros, porque son secuaces.