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Olla sobre el fuego, artesanos del Cotopaxi. Día de finados, feria de Machachi

 

La
institución de los eclesiásticos (de alguna manera, la parte más conservadora e
institucionalizada) soporta los efectos del encubrir los abusos sexuales de
algunos de sus miembros (algunos de los más notables), como son los sonados
casos en las naciones europeas y en aquellas de influencia europea (Chile, Estados
Unidos, Argentina…, por ejemplo); mas, en mi opinión, siendo nefandos
semejantes abusos y demoniacas las estrategias para camuflarlos, es perversa la
instrumentalización de las estructuras en favor de unos intereses ajenos,
socapados por el clericalismo, que es entender la autoridad en sentido
piramidal en vez de ser coherentes con las necesidad concretas y especialmente
la necesidad de los más pobres.
No
resulta extraño escuchar citar, para justificar y ocultar los defectos (y
algunos graves) de los jerarcas eclesiásticos, el pasaje del el libro del
Génesis cuando Noé se emborracha, quedándose desnudo y echado en el suelo; en
ese estado le encuentra su hijo menor (Cam); quien será maldecido por su padre
y condenado a ser esclavo de sus hermanos mayores (Sem y Jafet); estos, por su
parte, al observar los efectos del desenfrenado del padre, lo cubrirán con un
manto, sin mirarlo (Gn 9, 18 -27).
J.
Edgar Hoover (1895-1972) fue el primer director de FBI (Federal Bureau of Investigations) de los Estados Unidos,
manteniéndose en ese encargo por cuarenta ocho años, aunque trascurrieran siete
presidentes de cuño antagonista entre ellos; mas, la presencia del Mr. Hoover
trasmuta su enorme capacidad de convertir la información en poder, ejerciendo
influencia en los poderosos, mediante la sombra de conocer sus miserias y la
posibilidad cierta de divulgarlas. La estrategia y la técnica no es desconocida
para quienes han ambicionado el poder como el tenebroso José Fouché (1759-1820)
y una larguísima lista. Este chantaje podrían también emplearlo los hijos de
Noé –del párrafo de arriba- para obtener un beneficio de socapar y ocultar los
efectos de la borrachera de su padre.
La
observación de los grandes pontificados en la iglesia católica de la última
centuria, en la cual resalta la preocupación de los obispos de Roma por
afrontar los efectos de la modernidad en los miembros de las sociedades
contemporáneas. Uno de estos efectos es la necesidad de devolver a los
bautizados (laicos) su responsabilidad y protagonismo en la Iglesia y no solo
como si fueran “los largos brazos de los obispos” sino como piedras vivas,
inspiradas y fortalecidas por el Espíritu Santo, nunca como zombis manipulados
por intereses de grupos. Pero, esto supone instrumentos e insumos que afronten
los grandes problemas como son la configuración de la conciencia de cada uno de
los seres humanos, el efectivo uso de la voluntad, la influencia de los
sistemas significativos… temas que para algunos progresistas no suenan y para
los agitados  conservadores huelen a
azufre.