La
estrategia, para la “salvaguardia” de la “autonomía” de la Casa de la Cultura
Ecuatoriana, a final, probó ser errada e ineficiente; una reivindicación marcada
con el estigma de una institución muy confusa en el objeto que dice promover,
pues la cultura quedó desparramada en mil formas o dislocada en algo amorfo de
las artes. Lo hiriente, para una mente sana –sin prejuicios, ni intereses-, son
las contradicciones entre los motivos que llevaron otrora a la asociación para
proponer el afán cultura (Nuestra Casa.
Andrade Galindo: 1999) y la supuestas defensa, que dejó ver la pretensión de
mantener un sueldo para la dirigencia.
estrategia, para la “salvaguardia” de la “autonomía” de la Casa de la Cultura
Ecuatoriana, a final, probó ser errada e ineficiente; una reivindicación marcada
con el estigma de una institución muy confusa en el objeto que dice promover,
pues la cultura quedó desparramada en mil formas o dislocada en algo amorfo de
las artes. Lo hiriente, para una mente sana –sin prejuicios, ni intereses-, son
las contradicciones entre los motivos que llevaron otrora a la asociación para
proponer el afán cultura (Nuestra Casa.
Andrade Galindo: 1999) y la supuestas defensa, que dejó ver la pretensión de
mantener un sueldo para la dirigencia.
Ahora,
la Casa, que fue de Carrión, afronta una nueva etapa con reglas diseñadas para
particulares, quizá lo coherente sea retomar el afán primordial, que manifiesta
–es mi opinión- la identidad de la cultura y de las artes, mas -todos quienes
vimos el declive del núcleo de Imbabura, en los últimos años- debemos
replantear los propósitos y aceptar los retos; así, se presentan cuatro listas
para dirigir el Núcleo, en una elección achagnada de forma semejante por dos
extremos: por una parte está el pequeño grupo, que se alimentó del ser de la
Casa; por otra parte, los otros grupos pululantes y divagantes, que fijan el
espacio de poder a conquistar o el sueldo a percibir como paladines de la noble
causa de la cultura; estos últimos se desearía que no sean masas dirigidas por
un cacique.
la Casa, que fue de Carrión, afronta una nueva etapa con reglas diseñadas para
particulares, quizá lo coherente sea retomar el afán primordial, que manifiesta
–es mi opinión- la identidad de la cultura y de las artes, mas -todos quienes
vimos el declive del núcleo de Imbabura, en los últimos años- debemos
replantear los propósitos y aceptar los retos; así, se presentan cuatro listas
para dirigir el Núcleo, en una elección achagnada de forma semejante por dos
extremos: por una parte está el pequeño grupo, que se alimentó del ser de la
Casa; por otra parte, los otros grupos pululantes y divagantes, que fijan el
espacio de poder a conquistar o el sueldo a percibir como paladines de la noble
causa de la cultura; estos últimos se desearía que no sean masas dirigidas por
un cacique.
¿Por
quién votar? ¿por el menor de los males entre peores? Mejor, revisar las
propuestas, su coherencia, su realismo y sus perspectivas; en espera, al menos
en este ámbito, de superar el despotismo tan afincado en las estructuras
mentales del ejercicio de la autoridad en el nuestra querida república.
quién votar? ¿por el menor de los males entre peores? Mejor, revisar las
propuestas, su coherencia, su realismo y sus perspectivas; en espera, al menos
en este ámbito, de superar el despotismo tan afincado en las estructuras
mentales del ejercicio de la autoridad en el nuestra querida república.