Estación del metro de Moscú. 2014

 

 
El caos en el
transporte en Quito no encuentra inteligencias oportunas y adecuadas que le
ayuden a supurar sus nudos principales, en consecuencia los ciudadanos que la
frecuentan y que habitan la capital de los ecuatorianos deben aguantar los
efectos no solo de un mal servicio sino de la impavidez por atenuar el problema;
mientras, se difunde el consuelo de una solución futura en la imagen de la
construcción de líneas subterráneas de metro, solo que la tal solución ni ha
superado las dificultades de la configuración del terreno (no excepto de los
temblores y de terremotos) ni ha conseguido financiar los costos que supone su
realización.

 
El alcalde Barrera
-quién recibió en las urnas el pago a la impavidez, a la inutilidad y a la presunción
con respecto a su problema del transporte en Quito- complicó la problematicidad
del tráfico capitalino por medio de la perjudicial medida del “pico y placa”
que solo ha incrementado el número que vehículos circulantes (obvio, con el
consecuente beneficio para los propietarios de los patios de ventas).     

 
El joven Rodas, por
su parte, transita por encima de las dificultades de la circulación vehicular
de la ciudad de la cual hace de alcalde, no se ve una decisión inteligente en
la organización del conflictivo tránsito, y mientras se pierden el tiempo de los
ciudadanos en las colas bien convendría pensar por un buen alcalde para la capital
de todos los ecuatorianos, que rompan la escalada de inutilidad.