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Mercurio con un alma en la mano. Academia de Brera. Milan, 2013

El
coma en el que se encuentra la clase médica en el Ecuador es solo un síntoma de
la falta de química entre pensamiento, política y legislación del cual aflige
el país. El pensamiento cuyos centros neurálgico de producción son
tradicionalmente –al menos esa es la fama- las instituciones de superiores o de
altos estudios (universidades y semejantes) que en la realidad no ha producido
nada nuevo excepto un coro de pensamientos ajenos, anquilosados y viejos. Por
su parte la política en el Ecuador, que incluso con el gran paso de Rafael
Correa, no superar el despotismo del “patrón de la hacienda” y se refrenda en
una ley surgida de la democracia propia de un pueblo donde los unos y otros se
reconocen, respetan y ayudan. Por último la legislación ecuatoriana, una
especie de frankenstein, que pretende encasillar todo sin el respeto que
requieren los diversos ámbitos, por ejemplo, la tipificación del delito debe
reenviar directa e inmediatamente a las especializaciones donde se determinan
los procedimientos, que hasta el momento, se sostengan como adecuados e
inadecuados .

Lo
complicado en el ámbito médico, como en otros ámbitos humanos, es el hacerse
cargo de un paciente. De hecho solo aquel que realmente sabe del paciente y de
la enfermedad debería intentar realizar una acción de cura. Todos hemos sido
víctimas de medicuchos que ante el dolor por un familiar enfermo lo único que
han hecho es aprovecharse –delito, por ejemplo, quizá no tipificado en la codificación
al interno del grupo de médicos- pero, también somos agradecidos –como lo soy
yo- por la actuación de caballeros, que consientes de los límites de la
investigaciones médicas son aún más sabios en los límites que suponen el
aplicarlas.    

Obviamente,
las leyes penales se establecen por los granujas no por los caballeros, pero
también en evidente que los granujas interpretan las leyes penales como si
fueran las licencias que determina su actuación. Qué pena que los médicos
ecuatorianos no sean capaces de diferenciar conceptos morales (granujas y
caballeros) y más grande es el lamento porque tales médicos no entiendan el
proceso en el que se encuentra el Ecuador, proceso que necesita de cierto tipo
de medidas. Lo ridículo es suponer que tales medidas deben quedarse así in secula seculorom.