Viejo, despintado y oxidado aplique de portón, Cannobio, 2013
 
La condena a Mery Zamora no es solo la debida
corrección  a un trasgresor de la ley.  Aunque, al parecer la ley
ecuatoriana era en este campo escasa o ambigua para precisar crímenes como el
atroz acto de aprovecharse se un cargo público (educador) y, abusándose de la
autoridad delegada, usar a los estudiantes (seres humanos confiados con un fin
especifico: la enseñanza de las ciencias) incitándoles y obligándoles a salir a
las calles a “tirar piedras” (protesta social).
La condena a esta criminal (uf… suena horrorosa
esta palabra para aplicarla a una educadora) no es al individuo es al
paradigma. Seguramente, la señora Zamora (como muchísimos buenos maestros),
desempeñaría sus funciones de acuerdo a un paradigma.  Este paradigma o
estereotipo presenta la figura del maestro como de un luchador que libera de
las tinieblas de la ignorancia, de  la superstición y del error a los
alumnos, encaminándoles a mejores días por el bien de la patria… (bla, bla,
bla..). El actuar de acuerdo a ese paradigma era lo normal y actuar de manera
diversa al paradigma hubiera sido (era o es) lo anormal (desadaptado), mas si
se pretendía ser protagonista en la carrera docente. 
La obediencia (casi ciega) era (es) el camino para
ascender en la dirigencia.
La protesta social que se la realiza en las calles
“tirando piedras”, como decían los maestros (en tiempos de la noche
neo-liberal),  revela la raíz del problema: el olvido de la cualidad de
razonamiento. No se enseña a valorar una idea confrontándola con otras ideas y
otras perspectivas. A los maestros se les olvido enseñar a distinguir, a
precisar los términos, las causas, los efectos, las implicaciones… en el
discurso. La calidad del discurso estaba (y está) en la representación (teatral)
del “discursiador”: uno sujeto que vocifera (que grita) citando las mismas
“ideas” trilladas (e incomprendidas) de siempre.
Obviamente, el abogado en defensa de la señora
Zamora (víctima del paradigma) no usará este argumento. Igual que cualquier
institución (militar, política, eclesiástica…) las instituciones del ámbito
docente giran en torno a prácticas concretas o sea en torno a paradigmas. Tales
prácticas o paradigmas  incluso prevalecen sobre las leyes o hacen de su
fundamento.  Son los paradigmas que deben removerse (que significa
sustituirlos)  o mejorarlos, sin olvidar que lo fundamental está en la
capacidad de los ciudadanos de identificar lo negativo y positivo: en la
reflexión y el examen (en la educación). La señora Zamora tendría 20/20 en obediencia
(al paradigma y a los defensores del paradigma) y 0/20 en libertad (educación)
¡Quizás, este tiempo le venga bien para leer!