He sentido crecer en mi interior el nivel de angustia, al leer la mañana del domingo las declaraciones de Rafael Correa, Presidente del Ecuador (ecuadorinmediato, cita del Telégrafo). El Mandatario, según el medio de comunicación y previo a presidir su acostumbrada reunión itinerante del gabinete de gobierno, ha declarado a los periodista su preocupación por las posibles consecuencias en el país de la crisis económica de los EEUU y de la CEE; consecuencia que él las califica como ineludibles y ante la crisis (crisis económica del país, supongo) que se puede profundizar (la cita es siempre según la información de El Telégrafo), cosa por la cual el Presidente pide a Dios que no ocurra y se anticipa a las declaraciones de quienes podrían acusarlo (en los medios de comunicación corruptos) como imprevisor e ineficiente.
Ante estas declaraciones, seria conveniente exigir al mandatario explica que con precisión -con lenguaje de economista para los entendidos y con lenguaje popular para todos los ecuatorianos- el estado de la crisis económica en la que se encuentra el Ecuador y sus herramientas con las cuales el gobierno coreano las afronta. Seguidamente, debería exponer las previsibles consecuencias de la crisis de los EEUU y de la CEE, no de manera general sino concretamente y que significa para la economía del Ecuador y en función de estas proponer las respuestas que dice vislumbrar, para evitar las acusación de los deslenguados servidores de los intereses de los “vende patrias” -como decía algún viejo-.
Es penoso que la dependencia a los mercados extranjeros no encuentre ninguna alternativa y la que la única respuesta de los gobiernos populares y (supuestamente) “de izquierda” sean la opción de vender más materia prima en los mercados extranjeros (donde las estrategias de los especuladores beneficias a los audaces y perjudican siempre a quienes realmente tienen valores). Como se ve en el anuncio de Rafael Correa (ecuadorinmediato,7-8), que cobrará anticipadamente las regalías por un poco de oro y de cobre que se explotará en unas minas que todavía no existen en las comunidades amazónicas vecinas al Pangui, Zamora Chinchipe (esos significa que buscaran el mejor precio, no los ecuatorianos sino quienes se ocuparan de explotar y vender el oro y el cobre ecuatoriano). Esto ayudará, según Correa a “hacer escuelas, hospitales, planificación urbana. Que con el desarrollo minero no pase lo que pasó con el mal desarrollo petrolero”. Perdón, por tener algunas dudas y muchos miedos, es que la historia de la demagogia enseña a mirar a las manos de los políticos que a la escuchar sus bonitas palabras, que son al fin canciones para dormir a los infantes ingenuos, ahí tenemos a Pizarro cambiando vino envenenado por ilusiones.