Una de las cosas más llamativas de Jesús de Nazaret es el énfasis que ponen, al menos eso se deduce de los escritos que presentan su mensaje, en el llamado a la autenticidad, de hecho no solo se entiende como una aguda y abierta crítica de la actitud hipócrita sino que constituye motivo de condena a todos aquellos que viven en la mentira, bajo la egida del “padre de la mentira”. Pero, que se puede decir sobre los mundos contemporáneos son los mundos de apariencias donde precisamente la apariencia es lo fundamental de la vida.

La simpática película de Nanni Moretti titulada Habemus Papam (Italia, 2011) muestra fundamentalmente una caricatura graciosa de una sociedad secreta, llena de superficialidad y banalidad, donde es electo al solio pontificio un cardenal -quizá el único sensato y consiente de la situación de entre muchos hombres viejos, enfermos y casi decrépitos- que por desgracia, en el momento de presentarse a los fieles y a la prensa, entra en un estado de enfermedad psíquica grave ante la responsabilidad que supone el ser guía de la Iglesia. El filme concluye con un discurso que indica la responsabilidad del ser sucesor en la cátedra del apóstol Pedro sin referir contenidos solo la estrecha relación que tiene el rol del Pontífice con las realidades concretas; las realidades que durante el desarrollo del filme son marginales al ambiente que viven los personajes dentro del Vaticano.
Mientras, en la realidad en la Iglesia se destaca y se agradece la dedicación de tantos hombres de ciencia como la del teólogo alemán, Joseph Ratzinger, dedicado al estudio y su conciencia de servicio a los fieles católicos que incluye el encargo de confirmar en la fe a sus hermanos, esta tarea del magisterio que se concreta en brindar a todo cristiano orientaciones sobre aquello que es conforme a la Fe y señalar aquello que resulta erróneo o peligroso a la misma; además, en el quehacer del Pontífice, hay que contar también la preocupación pastoral de la selección de personas  para el desempeño en la cabeza de las distintas diócesis del mundo, tarea compleja pues necesita del consideración de las problemáticas de cada una. Todo eso hace encomiable la tarea del Pontífice y ciertamente resulta motivo de vértigo para cualquier mortal responsable, igual consideración parece merecer las funciones del guía en cada una de las diócesis, si el rol se lo realiza conscientemente, lógicamente.