Un poema robado

“Escribía:
       ¿Cómo te llamas?
Le digo
el ángel. La chica respondió inmediatamente (cualquier nombre).  Entonces continuo aquella voz que venia del
cielo” ¡Ridículo ¿qué cielo?! No hay voces que tengan sonido de ángeles, ni
siquiera hay ángeles. Todas son formulas humanas y tienen historia.
Sus manos
se volvieron a la nuca, donde entrelazaba los dedos, para luego golpear frenéticamente
de nuevo el teclado:
Una luz para poder leer, eso es lo que necesito.
Necesito una limosna.
¡Necesito ser libre! ¡Necesito ser un hombre!
Gritaba
el desequilibrado en medio de las calles:
Soy viejo no he aprendido nada,
Estoy loco después de devorar ríos de palabras
Soy solo una desgraciada fortuna
Me han arrancado de ninguna parte:
Soy basura…

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