Un poema de Killa Pacha
3 abril, 2011
Killa Pacha (Luna madre o Madre Luna), nombre proveniente del panteón cusqueño, titula Inti Jimbo, poeta otavaleño, una serie de poemas en la línea de la colección de la cce-ni. Cada poema refiere a sentimientos que pueden surgir ante realidades particulares y están construidos por la yuxtaposición de metáforas, donde anuncia, describe y concluye, sin que esto signifique, como es lógico en la poesía de este tipo, que sea el desarrollo sistemático de un silogismo.
En la línea de Paul Ricoeur para la hermenéutica de textos debemos prestar atención al mundo que sea abre de las metáforas e incluso podríamos, como es mi sugerencia para leer un poema, jugar a regenerarlo y reconstruirlo, de esta manera la realidad que insinúa el texto, el mundo que se abre del texto según el filósofo arriba citado, ayuda primero como dice el mismo Ricoeur a encontrarse el lector a sí mismo y después, al regenerar y reconstruir el poema, la misma realidad que afecta la sensibilidad humana, por ejemplo:
“Somos un objeto
brazos, piernas
macho, hembra
del mismo pensamiento
extraviados perdidos
en elixir” (Killa Pacha. Inti Jimbo).
La afirmación es en primera persona plural (nosotros) se presenta como la conclusión de una vivencia precedente; vivencia que se ha intentado pensarla sin éxito y sin perspectiva de resolución del pensamiento en el futuro (extraviado y perdido), lo único que queda es lo básico: la materia biológica (objetos de un objeto) sin embargo misteriosamente eso posee el gusto ansioso por la vida (elixir).
El mundo que abre el texto es el mundo de los amantes furtivos que tratan de razonar la atracción mutua, sin encontrar explicación alguna, no tienen más ligamen que la sentirse y disfrutarse como objetos y saben que esa relación tiene algo que la sociedad condena; sin embargo, es la ejecución de esta relación la que aporta a la existencia de los amantes una razón para vivir.
Reconstruyo el texto con mis palabras:
¿Qué está detrás de este pecado?
¿La carne y solo la carne
o tu piel que pone paz en mis días?
¿Tal vez las ansias de un fantasma que me enloquece y subyuga?
¿Qué ansias? ¿Qué fantasma? ¡Lo cierto es que no tiene rostro?
El castigo por la impiedad en algunos pueblos de la antigüedad europea era la muerte (como demuestra el caso de la ejecución del descreído y corruptor Sócrates), pues el crimen del impío rompía la armonía de las cosas, por esta razón los pecados de impiedad requerían expiación con la presteza consiente de que si no se realiza la enmienda se va la vida. A este delito se debería comparar el leer precipitadamente un poema, si bien no se podría condenar al culpable a la pena capital por cometer semejante acto, al menos se le puede recordar el tormento de san Bartolomé, a quien le fue arrancada la piel, con una imagen como la que se encuentra en el Duomo de Milán: donde se ve una escultura de un hombre de contextura atlética, como es costumbre en los paramentos de la belleza greco-latina, totalmente despellejado como si se tratara de una imagen para estudiar la circulación de la sangre, los músculos y tendones, o el sistema linfático apenas cubierto con un manto y con un libro en la mano. ¡Y es que no se debe olvidar la grandiosidad del ser humano!
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