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Abuso del poder

Un clamor que sube al cielo, en estos momentos, es el abuso sexual de parte de algunos eclesiásticos (adultos) a niños. Un problema que seguramente ha estado siempre en la institución mas, por la grandísima influencia de los eclesiásticos en los diferentes ambientes, ha pasado oculto, sin el trato debido y etiquetado como un “pecado” grave, sin duda el ámbito del “demonio”, pero sin las consecuencias correctivas de las sociedades civiles, en cuyas constituciones debe constar con el  fin fundamental de promover, precautelar y conservar un bien común consensuado, en el cual no puede faltar la custodia de los niños como uno de sus principios fundamentales.  ¿Cómo se explican esos abusos? Aparte de la posesión demoníaca, tema que no está en los famosos exorcistas, se puede sortear y señalar dos teorías que suelen rumiarse en los ambientes: la perversión (patología) y el estigma (alma). Ambas reposan en la teoría del instinto como parte del ser humano, a lo que habría que agregar el hecho de la vejación a los enemigos.
 
Teorías que se dirigen a lo ignoto
 
La perversión patentiza una desviación de un fin natural. En esta forma de pensar, la existencia de los seres humanos estaría marcada por la biología y la genética. Los fines de la naturaleza, según esta visión, deben ser secundados por la voluntad del ser humano; para ello los individuos deben cultivar su carácter (educación) mediante la adquisición de determinadas virtudes (valores); así, el ser humano sería como un jinete que debe imponerse sobre un corcel  brioso y violento (su corporalidad); esto es, que el “alma espiritual e inmortal” de un ser humano se imponga mediante la adecuación libre de su razón a los fines propios de la naturaleza; pues, diversamente de todas las demás criaturas, el ser humano debe reconocer sus fines mediante el esfuerzo de la razón o una revelación, e imponerlo mediante su  voluntad.
 
El estigma, se puede denominar a una especie de marca en el “alma” del humano que estaría desde antes de la concepción, como handicap que un ser humano debe soportar, sobrellevar y superar, como sería el caso del hermafroditismo (el hecho de nacer con los dos aparatos genitales de macho y de hembra); así, existiría sujetos cuya “alma” estaría marcada con un lívido que emerge ante la sexualidad de los niños.  
 
Fuera de esas dos formas estarían también el agravio y la vejación que han sido practicados  para humillar y desmoralizar a los enemigos, como se podría observar en las prácticas de guerras, ocupaciones, conquistas o cualquier otro uso de la imposición o despotismo. Esta última explicaría del abuso a los niños por el hecho de desmotivar, desmoralizar y aplastar a los oponentes mediante el uso de la violencia sexual, como método monstruoso.

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