Masacres y sociedades ecuatorianas
¿Las masacres en las cárceles ecuatorianas son reflejo de las estructuras de las sociedades que componen el país?
Los hechos ocurridos (las masacres) en las cárceles permiten constatar la existencia en las penitenciarias, como en toda institución ecuatoriana, de sectas –grupos-, que se disputan el control, el poder, la influencia, los negocios, etc. Esos grupos despojan a las instituciones de sus fines propios o convierten, tales fines, en membretes o justificativos (tapaderas) para lograr sus propios intereses.
Cuentan: cualquiera que ingresa a purgar delitos en las cárceles del Ecuador es obligado -a su entrada- a pertenecer a un grupo. El grupo es que lo recibe y cuida al detenido mientras esté dentro de la penitenciaría, por lo cual él o su familia deben pagar.
El sentido de agregación de los presos a diferentes grupos en las cárceles es igual que en las diferentes instituciones ecuatorianas; cuando un candidato (o prosélito) ingresa a tal o cual ámbito, los grupos se esfuerzan para atraerlo; una vez que lo incorporan se le presionan para conseguir los intereses particulares del grupo o de quien dirige la camarilla.
El individuo, en el grupo, debe iniciarse y someterse a los requerimientos del líder, mediante el adoctrinamiento y la práctica de una moral acorde. De allí el desarrollo de los fanatismos y de las peleas entre pandillas cuyas ideas se contraponen; sin oportunidad de cultivar la tolerancia o de implementar verdaderas soluciones acordes con la dignidad humana y el crecimiento personal.
Las masacres en las cárceles ecuatorianas, ciertamente, son reflejo de las conformación de las sociedades que componen el país; no parece que ningún ámbito -sea este político o religioso- escape de semejante estigma. Lo positivo de este descubrimiento es que, si hubiese buena voluntad, se fijaría un fin común, al que todos los ecuatorianos deberíamos tender y a su vez, ese fin, podría ayudar a reconocer las sectas nocivas que tanto daño hacen y tanta muerte causan.