Sobre el crimen del gamonalismo

El paso del Inca, Rumiñahui. Una pantxa al fondo.

“Gamonal” es un término
no agradable para algunos en Machachi, aunque el sentimiento del ser gamonal es
vigoroso en la actitud de muchos y no solo en el valle de los volcanes. Afirmar
que alguien es un gamonal es asemejarlo a los caciques (antiguos y modernos),
cuyas pretensiones abarcan todos los ámbitos en los cuales desean intervenir,
lógicamente para imponer su criterio, sin importar marginar, excluir o eliminar
a quienes se opongan u opinen contrariamente a sus pretensiones.


Las sociedades ecuatorianas
están estigmatizadas con la lacra del gamonalismo, en las cuales se destaca la
necesidad de los miembros de seguir ciegamente a un jefe -es como si estuviesen
programados para servir a un patrón-; es observable este mal en sus efectos,
que se les puede individuar, por ejemplo, en 
el descuido de las propiedades  y de
los mismos pueblos, que muestran abandonado como si no fuesen de quienes los habitan; más ilustrativo, es el populismo imperante en la política, el cual
hace del encargado del poder -cargo público de elección popular y pagado por
todos- actuar como si fuese el dueño y señor de las instituciones y de los
empleados.

Las voces de los
gamonales, hasta ahora, suenan casi incólumes, una y otra vez, tonos altaneros
con el uso del imperativo (haz esto, haz aquello…), acompañados de ademanes
de superioridad (como si fuesen elegidos de la divinidad para gobernar a los
demás) y señalas despreciativas para los que consideran inferiores (como a sus
peones, según ellos, gente nacida para servirles),  no se diga del uso de vulgarismos y de
lenguaje osco (carajos, mierdas…); pero, esto no es lo más pernicioso del
gamonalismo vigente, pues en la raíz se encuentra el desprecio a la propia
sangre, cuantas veces se ve priorizar en los pueblos ecuatorianos lo foráneo en
desmedro de lo propio, como si esto no valiera nada o peor todavía, como si
fuera algo demoniaco o maligno.

La superación del
gamonalismo sin dudar se encuentra en rehacer aquel proyecto, iniciado por los
griegos y que se encuentra en la raíz de las costumbres de otros pueblos, en
los cuales la ilustración ha causado sus beneficios: aprender a pensar por sí
mismos, dejar el estado de infancia intelectual… dejar que la luz de la razón
ilumine a cada ser humano y que sea capaz de hacerse cargo de su destino, en resumen:
que cada ser humano haga uso efectivo de su voluntad: Sea libre no un esclavo
que ansía el látigo, aunque los patrones ya estén muertos.

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