Recogiendo musgo de Leonidas Proaño

Musgos sobre roca, bosque de la serranía andina. El Valle de los Volcanes.
Una poesía sencilla
es Recogiendo musgos de Leonidas
Proaño, por lo tanto, digna de apreciación silenciosa y atenta; sorprende la
observación del autor, que clasifica algunos tipos de musgos, a quienes convoca
para que sean parte, seguramente, de un pesebre, de aquellos que se hacían hace
años en las casas cuando llegaba la Navidad. Recogiendo musgos es una hermosísima metáfora, sublime y
entrañablemente eficaz en el cometido de trascender la realidad proclamada para
inserir al lector en el entorno natural de la vida: un bosque primario en las serranías
andinas. Cuyo sabor, no quedará agotado en el descifrar la experiencia
originaria sino que apunta aquella realidad que abren las palabras, sin poder
contenerla ni apresarlas.   
Recogiendo
musgo
Musgo de mis
montes,
musgos cenicientos
que alejas el frío
de los troncos
viejos…
Musgos apretados
-expresión de
afecto-
que vestís de
verde
los mortales
restos,
las ramas sin
savia,
de árboles ya
muertos…
Musgos de las
rocas,
musgos
verdinegros,
que tejéis
alfombras
en peñascos
recios…
Musgos
blanquecinos…
tenaces y viejos,
ponchos de
pedrones
que cargan
milenios,
hijos de lluvia,
la arena y el
tiempo.
Si tan frío y duro
tiene el hombre el
pecho,
veníos conmigo,
musgos
cenicientos;
veníos conmigo
musgos
verdinegros,
a cubrir piadosos
el frío esqueleto
y ablandar las
rocas
de mi Nacimiento.

1936

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