
Patrimonio, chagras, caricatura y anhelo de identidad
Asumir el patrimonio, la cultura y la identidad es una tarea pendiente por parte de los hombres y mujeres de todos los pueblos; en los pueblos ecuatorianos este afán requiere dedicación y esfuerzo mediante el ejercicio del pensamiento y el uso de la voluntad. Un ejemplo interesante es el caso del chagra en el Valle de Machachi.
Los pueblos ecuatorianos tienen a sus autoridades y élites interesados en promover su patrimonio. Ellos entienden el patrimonio como algo que les identifica o identificó a sus pueblos. Este anhelo, puso en marcha algo semejante a un cascarón sin contenido, producto de la falta de investigación y de conocimiento. Las representaciones ofrecen caricaturas inexistentes, denigrantes de la memoria de los pueblos, que son rémoras que impiden reconocer la cultura y la identidad. Uno de los caso especiales en el Ecuador es el caso de los chagras de Machachi.
El chagra era el peón de la hacienda, un hombre dedicado al cuidado del ganado y de los cultivos. La hacienda de raigambre colonial -la encomienda- se ocupaba sobre todo, como todo lo demás en la Colonia, de la salvación de las almas; para ese fin, se reunía a todos los indios, montañeses y mestizos para enseñarles la doctrina y se vigilaba, para que ellos vivan como «cristianos». A cambio, de esa caridad, los peones debían servir a los patrones: los varones en el campo y las mujeres en la casa.
La peonada era una fuerza de trabajo, para explotar por parte de los patrones (representantes de reyes y Papas). El peón justificó -a sí mismo- su existencia en la celebración de las fiestas, oportunidades para consumir las sustancias que les unían a sus dioses.
La comunidad es el referente para la valorar la dignidad del indio, el prestigioso pende de su aceptación. Mientras, los patrones tiene la referencia en el poder y en las amistades. También, cabe subrayar la presencia del grupo de artesanos y comerciantes que conforman los pueblos.
Las fiestas tradicionales conservaron, en los diferentes símbolos, los significados de las culturas originarias. Estas fiestas fueron ricas en los significados primigenios, pero la intromisión de nuevas «celebraciones» obnubila, margina y censura el patrimonio.
El caso del chagra del Valle de Machachi, es emblemático, celebra a un personaje inexistente. Semejante personaje, jamás se lo encuentra en las ocupaciones del campo o en cualquier otro sitio que no sea la parodia.
La indumentaria, afectada por una injustificada reducción, resalta -por ejemplo- el zamarro, una prenda que se viste sobre el pantalón y está confeccionada en cuero. Este zamarro tuvo un uso exclusivo y específico en la labor de vaquería; se lo usaba en las madrugadas y en jornadas lluviosas. La variedad del cuero utilizado dependía de la necesidad. No es lo mismo usar un cuero de borrego, que protege del frío pero se empapa, con mucha lluvia, y la lana mojada pesa. Los momentos de lluvia requieren una protección de piel del chivo, cuyo pelo rechaza el agua pero no es cálido y tiene un olor desagradable.
La cultura chagra, a la que algunos refieren, es la resultante del mestizaje, según dicen, la unión entre lo español (blanco) y los aborigen (indios). La aseveración es simplona, pues, una agudeza de pensamiento mínima lleva a captar que «lo español» corresponde a diferentes culturas (castellanos, gallegos, catalanes, andaluces, vascos…). Igualmente, cuando se refieren a los pueblos originarios, hay que percatarse que son variados y con culturas distintas. ¿Cuál es el mestizaje?
Los fautores, arriba indicados, equiparar al chagra con el huaso chileno, el gaucho argentino, el charro mexicano o al cawboys estadounidense; según ellos, esos personajes realizan la misma labor. Pero, no consideran que las denominaciones incluyen toda una cultura no una parte como es el caso del chagra. Una cultura es un mundo de significados con el cual el ser humano comprende e interpreta las cosas y los eventos.
Los chagras, al menos según la propuesta del grupo susodicho, se caracteriza por el vestido, por las ocupaciones agrícolas y ganaderas; esto indica que se refiere solo a los aspectos materiales sin referencia a los significados; en otras palabras y como ejemplo, se centran en el uso del poncho no en el porque el poncho les identifica. Además, el hecho de ocuparse del campo no limita el pensar, el querer, el comprender o el percibir la realidad de una manera determinada.
La fiesta del Chagra estigmatiza a la gente de Machachi, en el estereotipo de los sirvientes de las haciendas, hecho que algunos les gusta. El atuendo, por otro lado, recuerda las vestimentas de la peonada y para que no sean igualados a los blancos (patrones).
La historia del chagra muestra la emoción de sentirse importantes, al menos en el famoso paseo posesional; donde los participantes cabalgan por las calles del pueblo y saludan a quienes están a pie, aunque ni tengan tierras ni práctica. Se trata de una paradoja digna de estudio.
El patrimonio, la identidad y la cultura, por la densidad e importancia que tienen, requieren la dedicación reverente de los hijos de un pueblo. No se puede traficar con la herencia de los padres o convertirla en un negocio que traiga cuatro reales y un aplauso comprometido.
Los chagras de Valle de Machachi aparecen como los sirvientes de los hacendados de un tiempo ido, siendo ellos los señores de la tierra. Este señorío, debe relucir en las fiestas y siempre, con tintes propios y enormemente variados, como son las ocupaciones de los hijos de un pueblo, orgulloso del privilegio de pensar y del trabajo que engrandece al hombre y a Dios.
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