Paco Velasco ¡Qué bestia!

Vieja cerradura de madera, 2013

Si mi mente no me engaña, una expresión ecuatorianisima, que usábamos
en el colegio, para mostrar la emoción suscitada ante cualquier cosa
impactante, era ¡Qué bestia! Lo que no recuerdo bien es como se diferenciaba
cuando el impacto era positivo y cuando era negativo, igualmente no me acuerdo
como se diferenciaba (el “bestia”) cuando era dedicado al protagonista de una
hazaña noble o de una estupidez kilométrica.

Lo extraño es que ese recuerdo de “el bestia” sea desempolvado al
escuchar las expresiones del flamante ministro del Cultura de Rafael Correa,
Paco Velasco. A parte de el argot, totalmente licito, del buen comunicador
popular (aunque, mi abuelita diría que es chabacano) no se le ha escapado
absolutamente “nada”, en su razonamiento (debe disculpar los que no razonan de
la manera como lo hace el señor Velasco, es decir los terrícolas, porque en
realidad la forma de hablar del mencionado parece “marciano”, como diría el
novelista colombiano Fernando Vallejo, refiriéndose a un estilo similar en La Virgen de los Sicarios,1994).


La nada o la escasez que se le se escapa a Velasco parecía mostrar el
contenido de un concepto del que sabe poco. El atroz percance lingüístico o
mental de tal boquisuelto no puede portar a malentender el “buen vivir”
propuesto de la Revolución Ciudadana o ¿si? 
Para curar es necesario cortar por lo sano. El taitico Velasco, me
parece que hasta era asambleísta (no con mi voto, claro) –que elegancia de
personaje-, junto con otritos debería recibir un cursito intensivo y enterarse
que cosa es “Sumak Kausay”, que sin duda es de los pocos aciertos de la
Constitución de Montecristi.

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