Mons. Proaño y el olvido de la educación liberadora

Una de las contribuciones de Mons. Leónidas Proaño, en mi opinión la más importante, para la consecución de la libertad y la promoción del ser humano está en el rol que asigna a la educación; este aspecto se muestra en sus escritos pero con mayor fuerza se percibe en la actividad por él realizada: el joven sacerdote Proaño no se quedó en las aulas de clase contento con exponer una lección: captó la importancia de la lectura y de la escritura en el proceso; la coherencia con esta concepción se muestra en la sin precedente elección de importar libros, en función de abrir nuevas perspectivas del pensamiento, y de establecer, con la ayuda de Víctor A. Jaramillo, una editorial para publicar el pensamiento reflejo.

La raíz de la propuesta del joven Proaño se la puede monitoreas en la tradición de la Iglesia del Imbabura. Mons. Federico González Suárez, por ejemplo, desarrolló personalmente la lectura y la escritura, que inspiraron el intento de erigir el primer seminario mayor diocesano y que estarán presentes en el interés del obispo por la formación de los sacerdotes.

La propuesta pastoral del Mons. Leonidas Proaño, como obispo y enteramente comprometido con la realidad social de la diócesis de Riobamba, desarrolla el mismo esquema de sus años de juventud: apertura de pensamiento por medio de la escucha de otras perspectivas (lectura) y la dinámica de reflexión (escritura). Así, propone como instrumento liberador un proceso educativo “capaz de dar voz a quien no tiene voz” sin que sea repetidor o parlante de pensamientos ajenos sino él mismo. Los frutos de la iniciativa de Proaño están presentes en casi la totalidad de personalidades del mundo indígena que intervienen en política.

La ociosidad y la poca valorización de lo propio encasillan en paradigmas, hasta ahora nebulosos, los aportes de Mons. Proaño que desde la perspectiva del proceso educativo como liberación –es mi opinión- entronca con la tradición de la Iglesia, sobre todo con la propuesta de Tomás de Aquino, en lo que un especialista llama la consecución de la “libertad de calidad”.

Leonidas Proaño ha propuesto la educación en su dinámica liberadora como instrumento de pastoral. Propuesta que en la mayoría del episcopado ha provocado miedos e incomprensiones; miedos e incomprensiones que parecen erróneos encajonarlos solo en el favor de quienes detentan el control y el poder o en el mezquino compromiso por hacer carrera en los círculos eclesiásticos, sino en la no comprensión de la propuesta, pues incluso en las actividades de quienes se dirán seguidores de Proaño, no se encuentra la dinámica mencionada, pues, o  adolecen  o son famélicas en la recepción de nuevas preceptivas (lectura) o no existe producción y publicación del pensamiento reflejo (escritura).

La educación como medio para alcanzar la libertad propuesta por el Obispo de los Indios (denominación reductiva para Mons. Leonidas Proaño) continúa un camino abierto en la tradición de la Iglesia y de Imbabura y sería un firme paso ante el arbitrio de imposición de las modas sociales e intelectuales, a las que por desgracia en las tierras ecuatorianas nos han acostumbrado y subyugado.

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