Marcelo Dotti: la voz clásica del gamonalismo práctico

Limusina, hotel Cosmos, Moscú, 2014  
La voz de Marcelo Dotti es una de las voces que han sonado y suena en la
radio capitalina. El locutor se ocupa de variados o de todos los temas que
podría caer bajo su ojo (puede, por ejemplo, hablar de la preferencia femenina
–según su parecer- por el gran  tamaño
del órgano sexual masculino hasta proponer una teoría sobre los fenómenos
“extraterrestres”). Es difícil percatarse en los comentarios de Dotti que se
trata de esa forma de “periodismo” que pretende camuflar sus pretensiones
ideológicas y políticas en una “aurea aséptica” y aunque se manifiesta conocedor
de Filosofía es condicionado por su pertenecía, adscripción, emulación o
sumisión a la clase dominante ecuatoriana. Clase la que fuera denominada por
los quiteños en el supuesto amanecer de la “Republica” como despotismo que yo
llamo gamonalismo. De hecho, en los comentarios dottianos, son frecuentes los
pujos impositivos de quien pretende tener la razón absoluta o al menos hacer
valer su criterio en el concierto de los demás.

El escuchar el programa de este locutor (Dotti) invita a compararlo como esos
choferes que de apoderan de un carril y creen que no deben dejarse superar en
la carretera, sin percatarse la existencia de otros conductores que también
necesitan usarla, además de ignorar la existencia de la reglamentación de
tránsito y del valor de la costumbre de respetar el sentido de cada carril (el
de la derecha deben usarlo los buses y los transportes pesados, el del centro
para el flujo normal de los vehículos y el izquierdo exclusivo para rebasar)
tiene marcada su dirección y su incapacidad de valorar y aceptar lo positivo de
los demás, que obviamente desde su Parnaso (imaginario) no es ni digno de
consideración, al fin y al cabo el mundo les pertenece y ellos son los señores.

El “gamonalismo práctico”, actitud radicada en ese perverso e irrespetuoso
vicio del creerse los dueños de la verdad y los patrones del mundo, está
vigente en el Ecuador y en Latinoamérica y goza de buena salud, por lo que se
observa en esos “periodistas” que no se distinguen de los propagandistas o de
los aguateros que siempre se cargan el agua de los pobres a sus latifundios.

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