Mañosos y lambiscones

Cadena para asegurar la puerta

Me encuentro boqueado. Un
viejo aguijón está en la raíz del problema: la impotencia ante el despotismo y
la arrogancia, esa actitud tan incrustada en quienes detentan poder y autoridad.
Mas lo deplorable de andar por estos pantanos es constatar la actitud eficaz
para desempeñarse con éxito  en aquella
inmundicia: la zalamería y la manipulación. De alguna manera, al menos en el
Ecuador, los ambientes contemporáneos están llenos de aduladores, especialmente
aquellos en los cuales se debería cuidar que parásitos como esos, no los contaminen,
por ejemplo la Iglesia, en la cual además sería un escándalo

Los efectos nocivos de
la manipulación y de la adulación habría que enumerarlos, pondré tres:

1.- empobrecimiento de
ideas, pues aunque quien funja de autoridad sea  de una inteligencia “preclara” no puede subyugar
el desarrollo de la idea a su individualidad, como tampoco puede compararse con
el trabajo de un equipo en competencias cohesionadas;  además, de crear, con la pretensión absolutista
de ser la fuente de la “verdad”, la animadversión por la marginación, el
desprecio y la minusvaloración que sufren los demás.

2.- deterioro de las
relaciones interpersonales por el emplazamiento de  la miserable práctica del chisme, la murmuración,
la crítica infundada y perniciosa, la mentira, el malinchismo (la venta de los que
son de misma sangre) y todo aquello que puede promover tener contento al jefe
de turno.

3.- denigración del rol
de la autoridad, porque arriban a ocupar tales roles  individuos cuyo mejor  mérito lo constituye la astucia y la mañosería
de operan el sistema a base de adulación y lambisconería, segando la oportunidad
a quienes contribuirán efectivamente  en
esos oficios.

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