¿Las revolución ciudadana? Unos tontos pícaros

¿Qué
sucedió en el Ecuador en estos años de la sonada Revolución Ciudadana de Rafael
Correa y sus «compañeritos”? Supongo, que muchos –donde me incluyo- pensaban
que con el arribo de Rafael Correa a la sede de la administración del poder político
ecuatoriano se superaría el despotismo que aflige a la república ecuatoriana desde
sus albores. Pero, en lugar de poner las cadenas pertinentes para limiten las pretensiones
de los déspotas, se estable una camarilla altanera al estilo de las tronchas de
administraciones pasadas, se pregona utopías demagógicas sin sustentos ideológicos
sopesados y acordes a las culturas, se construye marcos constitucionales y
legislativos acomodados al ejercicio del poder “oportunista” del momento sin
que prime la fuerza argumentativa del verdadero diálogo democrático, se humilla
a las identidades nacionales forzando la consideración de superioridad de
alteridades ajenas y de criterios de gentes alienadas.
El
desempeño del costeño Rafael Correa en la Presidencia del Ecuador lo ha ubicado,
con sobrados méritos, entre los personajes excéntricos y pedantes que han
ocupado la primera dignidad ecuatoriana; bien me parece, podrá el tal Rafael Correa
conversar, de tu a tu, con un Flores, un Velazco, un García Moreno, un Febres-Cordero,
un Bucarán, un Mahuad o con el mismísimo Borja… mientras, algunos no podemos ni
identificar el malo menor. En fin, esta experiencia trae a mi memoria el cuento
del mítico profesor del colegio Teodoro Gómez de Ibarra, quien el primer día de
clases establecía -a priori- una división entre sus alumnos, por un lado
ubicaba a los “inteligentes” y por el otro a los “tontos picaros”. Ciertamente,
 estos los últimos parecen ser mayoría como
son mayoría los pendejos para Facundo Cabral.

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