Las ganancias de la obra vial de Correa y de la Revolución Ciudadana

La magnífica obra vial de la Revolución Ciudadana -que está inacabada,
incompleta y retrasada-, deja ver como dice el mismo Rafael Correa, que el que
“piensa” (o dice escandalosamente y con alharaca “que piensa”) “lo hace con un
zapato en la cabeza”. Por ejemplo, ahora que ya existen algunos pedazos de
carretera digna de las tierras petroleras del Ecuador, se puede conducir hasta
100 km/h pero al llegar a esos desagradables cuellos de botella se puede perder
horas; este problema vial ocasiona unos trancones son la motivación para mentar
a las madres de aquellos que no saben hacer un trabajo planificado e
inteligente.

Sin embargo, es evidente en el Ecuador el aumento de su parque automotor,
sin la debida planificación y previsión ni en las carreteras donde los
embotellamientos se presentan en los feriados y peor aún es la falta de
pensamiento en las ciudades donde el tormento de los trancones es cotidiano. Lo
que salta a la vista también son las ganancias de los comerciantes de autos,
que seguramente han incrementado sus capitales considerablemente, sin realizar
una inversión en los proyectos viales que precisamente les permiten esas
ganancias.

También, habría que comparar las ganancias de las compañías proveedoras y
productoras de materiales construcción para la obra vial, como por ejemplo la
compañía francesa Lafarge, que compró
la cementera Cementos Selva Alegre de Otavalo, que en menos de una década y con
la mayoría de capital latinoamericano, ganó cifras de seis ceros abundantes.
Obvio, de esto la honestidad periodística poco ha investigado o analizado,
mientras que algunos nos mortificamos con estos malos pensamientos mientras nos
soasándonos aguantando el calor dentro de la fila de vehículos esperando la
suerte de escapar del embotellamiento y llegar a casa.

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