Las bandas -de jóvenes ecuatorianos- en Milán

El titulo
escrito arriba suena al conocido filme de Martin Scorsese, pero, en este caso,
no se trata de los enfrentamientos entre bandos fundadores (nacionalistas) y poseedores
de uno de los distritos de Nueva York, sino a la trágica y vergonzosa realidad
de algunos grupos de jóvenes ecuatorianos implantados en Milán, que obviamente
aunque siendo una minoría caprichosa hacen bulla y atraen la atención de las
presa amarillenta y del espíritu xenófobo de los sitios.
Pantalones
anchos, aunque podrían ser estrechos, pero con la especifica marca de estar apenas
sostenidos en las caderas, una camiseta larga casi a la altura de las rodillas,
un pañuelo colorido, zapatillas de caña alta, chompa con capucha, alguna cadena
o cualquier anillo grueso y la indispensable gorra  de baseball
con visera ancha son parte de la moda urbana (Detroit), igualmente, los estilos de cortes de pelo muy rebajados
forma la imagen de la identidad de un joven latino y ecuatoriano en Europa, no
solo en el imaginario callejero sino en las referencias que hacen los medios de
comunicación e incluso en los estudios de los centros académicos de sociología;
todos les asemejan a los cantantes de hip-hop o de reggaetón centroamericanos.
Las bandas
juveniles en Milán, no son de ni música ni de otro arte, se presentan al estilo
del hampa juvenil de los norteamericanos –que se ve en las películas- y tienen
como referencia a las maras salvadoreñas, tristemente famosas. Dicen que estas
bandas, compuestas en su mayoría de jóvenes ecuatorianos, se repartieron el
territorio de la ciudad y se pelean, entre ellas, por mantenerlo o sea con el legado
propio de la vieja mafia, seguramente para hacer alguna fechoría.
La noticia
me recuerda a unos de los diálogos del filme Ratas, Ratones y Rateros –cito de memoria-:
      
“Mejor, me voy de esta pendejada.
       ¿Y a dónde
te vas?
       A cualquier
parte, a España, a Estados Unidos o a Italia.
       ¿Y para qué
te vas? ¿Qué vas hacer allá?
       La misma
huevada que se hace aquí…»
Si
en el Ecuador el problema de la identidad cultural tiene mucho cacareo y las
propuestas serias no alcanzan ningún apoyo; imaginémonos como se acrecienta el
problema fuera de las fronteras, donde la presión por exponer la identidad es
mayor y en confrontación con otras diversidades.

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