
La Trivialización de la Política y la Vida ¿Una Empresa de Vaciamiento o Resistencia?
Introducción
En la era de la información y la hiperconectividad, la política ha dejado de ser comprendida como una herramienta colectiva para la transformación social, convirtiéndose en muchos casos en un espectáculo superficial. Este fenómeno, conocido como trivialización de la política, forma parte de un proceso más amplio y profundo: el vaciamiento de la vida social, la zombificación del sujeto y la negación de la dignidad humana. En este artículo abordaremos la etimología y el concepto de trivialización, los intereses que la sostienen, su impacto en la política y en el ser humano, y las posibles formas de resistencia desde la educación, la lectura y la meditación.
Etimología y concepto de trivialización
El término «trivialización» proviene del adjetivo «trivial», que deriva del latín trivialis, cuyo significado original remite a «lo común», «lo vulgar», aquello que se encuentra en los tria via o cruces de caminos. Con el tiempo, «trivial» pasó a significar lo superficial, lo carente de importancia. Trivializar, entonces, es reducir algo complejo o significativo a algo banal, ligero o sin valor.
En el ámbito político, trivializar es despojar los asuntos públicos de su profundidad, transformándolos en espectáculos mediáticos, escándalos anecdóticos o batallas de imagen sin contenido real. En un sentido más amplio, trivializar es vaciar de sentido la experiencia humana, reduciendo la vida a una sucesión de apariencias.
Trivialización de la política: del discurso al espectáculo
La trivialización de la política implica la conversión del debate público en un show sin sustancia. El análisis de propuestas y la deliberación racional son reemplazados por frases efectistas, gestos mediatizables y confrontaciones vacías. Guy Debord, en La sociedad del espectáculo, ya advertía que en nuestras sociedades lo real ha sido reemplazado por su representación, y que la política se ha convertido en una imagen sin esencia.
Autores como Neil Postman y Pierre Bourdieu han criticado el rol de los medios de comunicación y las redes sociales en este proceso, donde la lógica del entretenimiento se impone sobre la información seria. El resultado es un ciudadano desinformado, emocionalmente manipulado y desmovilizado.
Intereses detrás de la trivialización
La trivialización no es accidental; responde a intereses concretos:
- Intereses de poder: Las élites económicas y políticas se benefician de una ciudadanía pasiva, incapaz de exigir cambios profundos. La trivialización preserva el statu quo.
- Medios y plataformas: Los contenidos triviales generan más audiencia y, por tanto, más ingresos. Los algoritmos de las redes premian lo simple, lo viral, no lo reflexivo.
- Populismos y liderazgos mediáticos: Algunos actores políticos prefieren una audiencia emocionalmente manipulable a una sociedad crítica. La trivialización favorece los discursos simplistas y polarizadores.
Trivialización como zombificación: la negación del ser humano
Trivializar es también zombificar: mantener al ser humano en un estado de vida biológica sin conciencia ni profundidad. Es una forma simbólica de muerte, en la que se pierde la capacidad de pensar, de elegir y de actuar con sentido. Byung-Chul Han lo expresa al hablar de una sociedad donde ya no hay espacio para la interioridad, la reflexión ni el deseo verdadero.
Esta trivialización generalizada constituye una verdadera «empresa demoníaca»: una fuerza que actúa por seducción, por distracción permanente, por sustitución de lo profundo por lo superficial. La dignidad humana es erosionada cuando el sujeto es reducido a espectador, cuando la verdad es reemplazada por la apariencia y cuando el otro deja de ser un fin en sí mismo.
Resistir al vaciamiento: educar, leer, meditar
Frente a este vaciamiento, la resistencia es posible y necesaria. Una vida verdaderamente humana no se padece: se elige, se construye con intención, con conciencia y con sentido. Tres herramientas fundamentales para esa resistencia son:
- La educación: No solo para informar, sino para formar. Una educación que despierte el pensamiento crítico, la empatía, la creatividad y la acción. Una educación que invite a mirar más allá de lo visible.
- La lectura: Acto introspectivo y profundo que permite habitar otras voces, cuestionar lo dado y expandir el alma. Leer es resistir al ruido, al consumo rápido, a la fragmentación.
- La meditación: Práctica radical en una cultura de la velocidad. Meditar es volver al cuerpo, al silencio, al presente. Es reencontrarse con lo esencial, con uno mismo, con el otro.
Vivir con intención frente al vacío
La trivialización de la política y de la vida no es simplemente un error cultural: es una forma de sometimiento y una negación del ser. Vivir intencionalmente, leer con profundidad, educar para la libertad y meditar para volver a ser humanos son actos políticos y espirituales de la más alta relevancia.
Frente al vacío, elegimos el sentido. Frente a la zombificación, elegimos despertar. Frente a la trivialidad, elegimos lo esencial. Porque resistir no es solo un acto de rebeldía: es un acto de amor a la vida.
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