La dimisión de Benedicto XVI en sintonía con el Cincuentenario del Vaticano II
11 febrero, 2013
Abrí una botella de vino generoso (de una cosecha
exquisita), no solo porque era hora del almuerzo, sino porque quince minutos
antes de este medio día escuché la valiente y sabia decisión de Joseph
Ratzinger, Benedicto XVI, de dejar el encargo a él confiado en la cátedra de
San Pedro en la diócesis Roma. Encontrar y entrar en los porqués será quizá el
trabajo de los cabalistas, adivinos o “científicos” que merodean circularmente
en torno a la Iglesia Católica. Al margen de esas opiniones, deseo subrayar el
hecho notable de las palabras de Benedicto XVI durante el Consistorio
Cardenalicio, particularmente en la frase concluyente: “En lo que a mi
respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa
Iglesia de Dios con una vida dedicada a la oración”.
exquisita), no solo porque era hora del almuerzo, sino porque quince minutos
antes de este medio día escuché la valiente y sabia decisión de Joseph
Ratzinger, Benedicto XVI, de dejar el encargo a él confiado en la cátedra de
San Pedro en la diócesis Roma. Encontrar y entrar en los porqués será quizá el
trabajo de los cabalistas, adivinos o “científicos” que merodean circularmente
en torno a la Iglesia Católica. Al margen de esas opiniones, deseo subrayar el
hecho notable de las palabras de Benedicto XVI durante el Consistorio
Cardenalicio, particularmente en la frase concluyente: “En lo que a mi
respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa
Iglesia de Dios con una vida dedicada a la oración”.
La dimisión
de Benedicto XVI debe provocar la meditación que amerita, no solo a todos los
cristianos –y hombre de “buena voluntad”- sino especialmente a quienes –por una
razón u otra- estuvieron y están al frente de responsabilidades importantes,
como son las responsabilidades en el servicio de la Iglesia. Evidentemente,
deben tener un tiempo para comprender en el silencio de la oración aquello que
hicieron bien o aquello que hicieron mal y sobretodo por todo aquello que no se
dejaron hacer.
de Benedicto XVI debe provocar la meditación que amerita, no solo a todos los
cristianos –y hombre de “buena voluntad”- sino especialmente a quienes –por una
razón u otra- estuvieron y están al frente de responsabilidades importantes,
como son las responsabilidades en el servicio de la Iglesia. Evidentemente,
deben tener un tiempo para comprender en el silencio de la oración aquello que
hicieron bien o aquello que hicieron mal y sobretodo por todo aquello que no se
dejaron hacer.
Por otro lado, no oculto el fastidio de dos
escandalosas noticias eclesiales: la primera es la acción del arzobispo Gómez
de Los Ángeles (USA) en contra del emérito Mahony (dentro del vergonzoso tema
de la pedofilia del clero norteamericano), donde sobresale la firme decisión
del obispo proveniente de la prelatura personal del Opus Dei. La segunda, che
se refiere a los fantasmas aún vivos del Cuervo, el motivo y sobretodo el
objetivo del ataque del ave malagüera (ridículos, reducidos a la sola
publicación de un libro intrascendente, un juicio y casi un perdón con
disculpas). El objetivo, según alguno, sería el “entourage” pontificio, es decir el grupúsculo que ejercería el
“poder efectivo”, del cual ya se lamentaba Pablo VI, según algún testimonio:
Este entourage resolvía –decían- “sin
el Papa lo que solo al Papa concernía”.
Lógicamente, esta última hipótesis no es que haya que darle tanto
crédito, es casi chisme de vereda. Pero, harían a la decisión de Ratzinger más
sabia, pues aunque la salud de Papa empeorase el entourage seguiría gozando de buena salud y actuando según sus
intereses. La dimision de Benedicto XVI se convierte, en sintonía con la celebración
de cincuentenario del Concilio Vaticano II, en un signo como aquel de Juan
XXIII: abrir la puertas para respirar un poco aire puro. ¡Esperamos y rogamos
que así sea!
escandalosas noticias eclesiales: la primera es la acción del arzobispo Gómez
de Los Ángeles (USA) en contra del emérito Mahony (dentro del vergonzoso tema
de la pedofilia del clero norteamericano), donde sobresale la firme decisión
del obispo proveniente de la prelatura personal del Opus Dei. La segunda, che
se refiere a los fantasmas aún vivos del Cuervo, el motivo y sobretodo el
objetivo del ataque del ave malagüera (ridículos, reducidos a la sola
publicación de un libro intrascendente, un juicio y casi un perdón con
disculpas). El objetivo, según alguno, sería el “entourage” pontificio, es decir el grupúsculo que ejercería el
“poder efectivo”, del cual ya se lamentaba Pablo VI, según algún testimonio:
Este entourage resolvía –decían- “sin
el Papa lo que solo al Papa concernía”.
Lógicamente, esta última hipótesis no es que haya que darle tanto
crédito, es casi chisme de vereda. Pero, harían a la decisión de Ratzinger más
sabia, pues aunque la salud de Papa empeorase el entourage seguiría gozando de buena salud y actuando según sus
intereses. La dimision de Benedicto XVI se convierte, en sintonía con la celebración
de cincuentenario del Concilio Vaticano II, en un signo como aquel de Juan
XXIII: abrir la puertas para respirar un poco aire puro. ¡Esperamos y rogamos
que así sea!
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