Genocidas (raíces e inspiración)

Detalle de puerta de madera

«Es
la única civilización
mutilada
de muerte violenta.
No fue
asfixiada,
fue
asesinada en pleno florecer.
Algún
vagabundo
destrocó
la cabeza como a un girasol.»
La
frase se refiere a los Incas y le pertenece a Oswald Spengler (un alemán,
1880-1936, que pensaba que las civilizaciones tiene un ciclo, es decir que cada
pueblo tiene su nacimiento, su apogeo y su deceso –lógica orgánica de la historia-, la obra más conocida, de este
señor es El ocaso de Occidente,
1918-1922)… Obviamente, la propuesta de Spengler es solo una teoría, de las
que tanto les gusta a los europeos, en su voracidad por atrapar la vida y
poderla manipular… Lo malo de esas películas es que aquellos creen que eso es
la Verdad e intentan imponerla… así que a las palabras de Spengler, debemos
poner una frase de una contemporánea del filosofo alemán, nacida en Cayambe,
Ecuador, se trata de mama Dolores Cacuango, 1881-1971:
«Somos
como la paja de los páramos,
que se
arranca y vuelve a crecer,
y como
la paja del páramo cubrimos el mundo».
Al final
de cuentas, teorías como la de Spengler, solo intentan justificar una cosa que
está detrás. Para comprender tales teorías es necesario comprender que cosa
pretende cubrir o de dónde nacen; es como en la mayoría de veces que se
conversa con un europeo, siempre, es necesario intuir que cosa le mueve y
porque hace lo que hace. En el caso de la teoría de Spengler, se trata de la
justificación de la fortísima identidad alemana y la significación desastrosa
de la I Guerra Mundial.
En mi
opinión, la teoría de Spengler, infectada de “evolucionismo” y de la abrupta e
incomprendida relación “naturaleza” y “cultura”, no asume correctamente la
distinción entre “cultura” y “civilización”. Esta distinción, presente en los
escritos de E. Kant, A. Humboldt, M. Mendelssohn, F. Nietzsche y sobre todo T.
Mann (Consideraciones de un apolítico,
1918) ayuda a entender claramente que es una identidad cultural y que el
imponer esa identidad a los demás, destroncando o soterrando la identidad que
es propia de los otros, es la raíz y la inspiración de los genocidas y de los
genocidios.

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