Fracaso de la Revolución de Correa: mantiene la corrupción en su seno

Piedras en el tronco de un árbol. Parque de Tumbaco.
Uno de los problemas, quizá el más importante o el vicio
capital, que ha enfangado el desempeño de Alianza Pais
  –como de otras agrupaciones políticas o
pseudo políticas-
  en el encargo del
poder en el Ecuador ha sido la corrupción; tal corrupción es un mal incrustado
en las estructuras institucionales y, por lo tanto, es un elemento determinante
en el modo de pensar y de actuar de cada individuo, pero ¿qué es la tal
corrupción? ¿de que trata la corrupción? La corrupción en ámbito político,
podríamos definirla, como el hábito de aprovecharse, en beneficio personal o de
un colectivo, de los bienes y de las oportunidades que pertenecen a todos los
ciudadanos.
Aunque, en mi opinión, no es correcto ligar el término
corrupción a lo que sucede en el ejercicio del poder y de la práctica política
ecuatoriana, pues el significado de la corrupción procede del referir la
alteración de un orden determinado y denota, por tanto, la existencia de un
orden precedente que es removido por otro orden nuevo inexistente, que pretende
ser emplazado en lugar del anterior.
El comportamiento de los ecuatorianos en el ejercicio del
poder revela la buena salud de aquello que denominamos “corrupción” (el hábito
de aprovecharse, en beneficio personal o de un colectivo, de los bienes y de
las oportunidades que pertenecen a todos los ciudadanos); esto significa, que
la corrupción es parte del orden establecido: La corrupción es lo normal. La revolución
urgente en el Ecuador es instaurar un orden en el cual la corrupción no sea
parte de orden establecido; en este campo la Revolución Ciudadana de Rafael
Correa ha sido un fracaso, pues mantiene la “corrupción” como parte vigorosa de
su ejercicio y de su práctica en el encargo del poder político. ¿Hay
alternativa?

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