En la poesía de Omar Martínez
27 enero, 2012
¿Recuerde usted la risotada de
todos los guambras de un curso; de una de aquellas risotadas provocada porque
cualquiera de los compañeros dice algo diferente y que se interpreta como un
absurdo o sea que no comprenden o cuesta trabajo comprender o que es,
efectivamente, algo raro?
todos los guambras de un curso; de una de aquellas risotadas provocada porque
cualquiera de los compañeros dice algo diferente y que se interpreta como un
absurdo o sea que no comprenden o cuesta trabajo comprender o que es,
efectivamente, algo raro?
La experiencia evocada
anteriormente es común en ambientes, como el nuestro, donde no se piensa, ya
sea por la fatiga, ya sea porque no se domina el arte o por lo que fuere; en
estos ambientes donde lo que significa haber estudiado es repetir slogans,
frases sin el mínimo análisis o critica, resulta interesante encontrar un joven
o una joven que se empeña en proponer su opinión, en manifestar su criterio o
hacer poesía.
anteriormente es común en ambientes, como el nuestro, donde no se piensa, ya
sea por la fatiga, ya sea porque no se domina el arte o por lo que fuere; en
estos ambientes donde lo que significa haber estudiado es repetir slogans,
frases sin el mínimo análisis o critica, resulta interesante encontrar un joven
o una joven que se empeña en proponer su opinión, en manifestar su criterio o
hacer poesía.
Omar Martínez es un joven que
leyó la noticia de la edición de un encuentro de poetas jóvenes en Otavalo y se
propuso participar, por ello asistió, sin una invitación explicita, incluso
exigió leer, en ese evento, sus poemas; con toda intransigencia conquistó un
espacio dentro de la parcela literaria que parece –mi opinión es que solo es en
apariencia- custodiada por ciertos iluminados que se sienten poseedores y
patrones de lo poético, lo malo es que muchos de ellos, además son gestores u
confunde la gestión con la búsqueda del reconocimiento de la obra de ellos mismos
al margen de sucintar el interés de la poesía.
leyó la noticia de la edición de un encuentro de poetas jóvenes en Otavalo y se
propuso participar, por ello asistió, sin una invitación explicita, incluso
exigió leer, en ese evento, sus poemas; con toda intransigencia conquistó un
espacio dentro de la parcela literaria que parece –mi opinión es que solo es en
apariencia- custodiada por ciertos iluminados que se sienten poseedores y
patrones de lo poético, lo malo es que muchos de ellos, además son gestores u
confunde la gestión con la búsqueda del reconocimiento de la obra de ellos mismos
al margen de sucintar el interés de la poesía.
Este poeta es un vagabundo, en
el sentido de utilizar el camino del tiempo para descubrir y descubrirse, tiene
su inicio –de lo que conozco-, en el escribir con un estilo hermética, que
reclama especialmente el sentimiento y el mundo del poeta para su comprensión;
luego, retorna a sus conocimientos tradicionales de las formas poéticas y ahora
se empeña en proponer la experiencia generadora de cada poesía mas cercana al lector,
de alguna manera pretende llamar ala atención en el evento generador de poesía
como si fuera del mismo lector.
el sentido de utilizar el camino del tiempo para descubrir y descubrirse, tiene
su inicio –de lo que conozco-, en el escribir con un estilo hermética, que
reclama especialmente el sentimiento y el mundo del poeta para su comprensión;
luego, retorna a sus conocimientos tradicionales de las formas poéticas y ahora
se empeña en proponer la experiencia generadora de cada poesía mas cercana al lector,
de alguna manera pretende llamar ala atención en el evento generador de poesía
como si fuera del mismo lector.
Hacer el recorrido en el mundo
poético implica el sentirse poseído por una percepción, un sentimiento, que
necesita manifestarse, en ciertos casos es forma violenta, y presentarse en
cualquier lenguaje posible; sentimiento que después requiere ser procesado y
afinado con la aplicación de la gramática propia del lenguaje pero que no
conseguiría su finalidad si permanece cerrado en el mundo del autor y de la
obra; la obra es obligada a interpelar a los transeúntes, cuya actitud que
algunos de los casos ha sido configurada por la indiferencia y en otros por
algún prejuicio.
poético implica el sentirse poseído por una percepción, un sentimiento, que
necesita manifestarse, en ciertos casos es forma violenta, y presentarse en
cualquier lenguaje posible; sentimiento que después requiere ser procesado y
afinado con la aplicación de la gramática propia del lenguaje pero que no
conseguiría su finalidad si permanece cerrado en el mundo del autor y de la
obra; la obra es obligada a interpelar a los transeúntes, cuya actitud que
algunos de los casos ha sido configurada por la indiferencia y en otros por
algún prejuicio.
Muchos poetas, si bien perciben
el sentimiento o aplican alguna teoría en su estilo de escribir, no están en la
capacidad de interpelar a los
transeúntes con su obras; sus obras resultan endiabladamente complicadas y se
las entiende cuando se cumple con una serie de los pasos iniciáticos; por el
contrario la obra de arte, de verdadera poesía, no permite a ninguno permanecer
indiferente. Este es el reto para los poetas de ahora: no se puede seguir
escribiendo para sí mismos o para su
círculo, es necesario tener en cuenta el rol de humanidad que desempeña
cada uno de los poetas, sin este compromiso la “poesía” seguirá calificada como
una sarta de bellas pero ociosas y
inútiles palabras.
el sentimiento o aplican alguna teoría en su estilo de escribir, no están en la
capacidad de interpelar a los
transeúntes con su obras; sus obras resultan endiabladamente complicadas y se
las entiende cuando se cumple con una serie de los pasos iniciáticos; por el
contrario la obra de arte, de verdadera poesía, no permite a ninguno permanecer
indiferente. Este es el reto para los poetas de ahora: no se puede seguir
escribiendo para sí mismos o para su
círculo, es necesario tener en cuenta el rol de humanidad que desempeña
cada uno de los poetas, sin este compromiso la “poesía” seguirá calificada como
una sarta de bellas pero ociosas y
inútiles palabras.
En el trabajo de Omar Martínez
se puede observar un caminar en el mundo de la poesía también un esfuerzo por
romper con el enclaustramiento que resulta de algunos estilos poéticos y una
propuesta de acercarse a quien quiera con la misma característica que ofrecen
las obras de un maestro en el arte de las golosinas, de las golosinas
tradicionales, dígase por ejemplo, quesadillas o dulce de hijos, que a ninguno
transeúnte le permiten seguir indiferente.
se puede observar un caminar en el mundo de la poesía también un esfuerzo por
romper con el enclaustramiento que resulta de algunos estilos poéticos y una
propuesta de acercarse a quien quiera con la misma característica que ofrecen
las obras de un maestro en el arte de las golosinas, de las golosinas
tradicionales, dígase por ejemplo, quesadillas o dulce de hijos, que a ninguno
transeúnte le permiten seguir indiferente.
Más recientes
El cocido gallego
También te puede interesar

Sobre Residencia en la Sierra
21 marzo, 2023
Masacres y sociedades ecuatorianas
17 noviembre, 2021