¿El siglo sin padres?


Este
tiempo –se refiere a las últimas décadas- es “el siglo sin padres”, ha escrito
algún europeo, desde los prejuicios que esa gente se carga, como por ejemplo,
el complejo de sentirse como la crema de la crema y de sublimar sus meras
opiniones a la altura de algún oráculo celestial, obviamente, con la cubierta
de la fama de lo “científico”.
A
parte, de que sea justa la apreciación de caricaturizar la imagen del barrio
donde habita el caballero, en relación a denominar “el siglo sin padres”, se
debe puntualizar que los hijos siempre tiene padres, aunque estos –los hijos-
los repudien o pretendan ignorar o quieran que otros fueran sus padres, pero
que son hijos de unos padres concretos.
En
el siglo pasado y en también en este -pienso que las cosas no han cambiado con
la rapidez del ciberespacio- los hijos de sus padres (que se trasformaron en
padres, casi es un trabalenguas), siempre en el susodicho ambiente europeo,
desarrollaron unas pretensiones en sus existencias; las cuales pretensiones,
por un medio o por otro, han marcado a los hijos con los estigmas que ahora se
encuentran precisamente en la existencia concreta de estos y que daría la
impresión que no tiene padres, pero son hijos de esos padres. Mejor, en vez de
llamar “el siglo sin padres” debería llamarlo, con un termino mas acorde a la
marca estampada de los padres en los hijos, algo así: “el siglo de la
ingratitud y de la estupidez”
El
problema para nuestras sociedades, ahora si hablo del Ecuador, son las capsulas
de “ciencia” o “pseudo ciencia” que se presentan en los ambientes educativos.
Propuestas, que precisamente, están marcadas por las características de pueblos
diversos y ajenos, con sus traumas y virtualidades, que es necesario
decodificar, distinguir y separar para que sean de provecho. Pero, esto no es
posible si nosotros no asumimos nuestra identidad, esto es por medio de
entender y valorar lo que somos, sin esos complejos que reducen o subliman
ingenuamente.

Deja un comentario