El diablo y la corrupción de la teología
10 diciembre, 2012
Los hebreos inventaron la palabra sātān (enemigo o adversario) para
nombrar (en su mitología) a un agente, sea una fuerza desconocida o un
personaje (que adquirió una antropomórfica, de algo parecido a un ser humano monstruoso).
Así, la palabra Satán denomina, según una de las cosmovisiones hebreas, todo a lo
que se opone o a la consecución de los objetivos de unos proyectos, pensados o
que se establecen por medio del llamado “sentido común”, además de presentar la
imagen antropomórfica del “malo”.
nombrar (en su mitología) a un agente, sea una fuerza desconocida o un
personaje (que adquirió una antropomórfica, de algo parecido a un ser humano monstruoso).
Así, la palabra Satán denomina, según una de las cosmovisiones hebreas, todo a lo
que se opone o a la consecución de los objetivos de unos proyectos, pensados o
que se establecen por medio del llamado “sentido común”, además de presentar la
imagen antropomórfica del “malo”.
Jesús de Nazaret redefine a este personaje, en la
misma línea de las tradiciones hebreas, con la sustancial diferencia que
refiere a todo aquello que se opone a la consecución de la libertad del ser
humano y no solamente a la finalidad del conseguir unos objetivos –materiales-
individuales o de grupo.
misma línea de las tradiciones hebreas, con la sustancial diferencia que
refiere a todo aquello que se opone a la consecución de la libertad del ser
humano y no solamente a la finalidad del conseguir unos objetivos –materiales-
individuales o de grupo.
Las
tradiciones cristianas también desarrollan, según sus particulares modos de
entender –sus mitologías-, las características de este personaje, adoptando el
nombre, che viene del griego, “diablo” (el que separa o el que rompe). Estas tradiciones
cristianas usan la filosofía que tienen a su alcance, por ejemplo la filosofía
de los estoicos, quienes proponía una idea de moral (la idea de “hombre
perfecto”) por medio de la “apatía”,
esto es alcanzar un nivel de indiferencia ante todo, ninguna cosa o evento podría
–en teoría- cambiar el animo del ser humano formado en la escuela estoica. Esta
idea estoica, une al personaje del diablo el efecto que causan las pasiones, convirtiéndolas
en elementos diabólicos dentro del cuerpo, así las pasiones se convierte en
enviados del maligno.
tradiciones cristianas también desarrollan, según sus particulares modos de
entender –sus mitologías-, las características de este personaje, adoptando el
nombre, che viene del griego, “diablo” (el que separa o el que rompe). Estas tradiciones
cristianas usan la filosofía que tienen a su alcance, por ejemplo la filosofía
de los estoicos, quienes proponía una idea de moral (la idea de “hombre
perfecto”) por medio de la “apatía”,
esto es alcanzar un nivel de indiferencia ante todo, ninguna cosa o evento podría
–en teoría- cambiar el animo del ser humano formado en la escuela estoica. Esta
idea estoica, une al personaje del diablo el efecto que causan las pasiones, convirtiéndolas
en elementos diabólicos dentro del cuerpo, así las pasiones se convierte en
enviados del maligno.
Lógicamente, la idea del diablo, a parte de ser un
ingenioso motivo folclórico (para la literatura, la pintura, la escultura, los
juegos, etc.), se convierte en un justificación para no hacer uso de la
libertad personal y, peor todavía, para no ser responsables de los actos que se
realizan. Ciertamente, hoy por hoy, es necesario repensar los temas teológicos devolviéndoles
su valor, diferenciándolos de las metáforas
pseudo poéticas y distinguiéndolos de las fantasías, en gran parte europeas,
que además de ser complicadas y autoproclamadas como “científicas” no ayudan a
explicar y, mas bien, confunden o insultan.
ingenioso motivo folclórico (para la literatura, la pintura, la escultura, los
juegos, etc.), se convierte en un justificación para no hacer uso de la
libertad personal y, peor todavía, para no ser responsables de los actos que se
realizan. Ciertamente, hoy por hoy, es necesario repensar los temas teológicos devolviéndoles
su valor, diferenciándolos de las metáforas
pseudo poéticas y distinguiéndolos de las fantasías, en gran parte europeas,
que además de ser complicadas y autoproclamadas como “científicas” no ayudan a
explicar y, mas bien, confunden o insultan.
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