El capítulo que se les olvida a los “obispos”
27 diciembre, 2015
Un principio fundamental, recuperado por el
Concilio Vaticano II, para fortalecer y corregir el servicio a la humanidad que
debe realizar los obispos, como pastores de una iglesia, es el conocimiento
concreto del grupo humano al que sirven o deben servir. La cualidad inexcusable
de este principio estriba en que para evangelizar es absolutamente necesario
tal reconocimiento, pues ¿cómo se puede evangelizar aquello que no se conoce?
El Papa Francisco insiste en la vigencia de este principio, con su conocida
frase “oler a oveja”, y actualmente, en una de las imperiosas urgencias de
cultivar, promover y defender en la Iglesia.
Concilio Vaticano II, para fortalecer y corregir el servicio a la humanidad que
debe realizar los obispos, como pastores de una iglesia, es el conocimiento
concreto del grupo humano al que sirven o deben servir. La cualidad inexcusable
de este principio estriba en que para evangelizar es absolutamente necesario
tal reconocimiento, pues ¿cómo se puede evangelizar aquello que no se conoce?
El Papa Francisco insiste en la vigencia de este principio, con su conocida
frase “oler a oveja”, y actualmente, en una de las imperiosas urgencias de
cultivar, promover y defender en la Iglesia.
Pero, no son ni marginales ni olvidadas, por
desgracia, las imágenes de “pastores” como las de aquellas figuras de señores
feudales o hacendados de un tiempo; esas figuras, aterradoras por su despotismo
o “amadas” por sus víctimas, debido al síndrome de Estocolmo. Aquellos tiranos
que gobernaban caprichosamente sus parcelas; a esos que les escocía las
entrañas las intervenciones de obispos como Proaño o de Martini; a esos que ahora
les molesta comprender las palabras del Papa Francisco. Conviene, ciertamente,
recordar una frase del Cardenal de Milán, a propósito de la tarea fundamental
(la pastoral) encomendada al sucesor del
apóstol Pedro en la sede del obispo de Roma, y bien aplicable a cada pastor en
su diócesis:
desgracia, las imágenes de “pastores” como las de aquellas figuras de señores
feudales o hacendados de un tiempo; esas figuras, aterradoras por su despotismo
o “amadas” por sus víctimas, debido al síndrome de Estocolmo. Aquellos tiranos
que gobernaban caprichosamente sus parcelas; a esos que les escocía las
entrañas las intervenciones de obispos como Proaño o de Martini; a esos que ahora
les molesta comprender las palabras del Papa Francisco. Conviene, ciertamente,
recordar una frase del Cardenal de Milán, a propósito de la tarea fundamental
(la pastoral) encomendada al sucesor del
apóstol Pedro en la sede del obispo de Roma, y bien aplicable a cada pastor en
su diócesis:
«El Papa es el obispo que se sienta en la
silla que fue de Pedro, su misión pastoral es la tarea fundamental que le
concierne; el hecho que sea también un teólogo o un diplomático o un
organizador o administrador es secundario. El Papa es y debe ser sobretodo un
pastor de almas que ejerce aquella vocación junto a todos los otros
obispos». (Carlo María Martini. La
República, 13 de mayo de 2010) Lógico, “un pastor conoce a sus ovejas” y si
alguien lo duda puede revisar su Evangelio. ¡Ojala se convenza y convierta!
silla que fue de Pedro, su misión pastoral es la tarea fundamental que le
concierne; el hecho que sea también un teólogo o un diplomático o un
organizador o administrador es secundario. El Papa es y debe ser sobretodo un
pastor de almas que ejerce aquella vocación junto a todos los otros
obispos». (Carlo María Martini. La
República, 13 de mayo de 2010) Lógico, “un pastor conoce a sus ovejas” y si
alguien lo duda puede revisar su Evangelio. ¡Ojala se convenza y convierta!
Fermín
H. Sandoval ferminhomero@gmail.com
H. Sandoval ferminhomero@gmail.com
Más recientes
¿Las revolución ciudadana? Unos tontos pícaros
También te puede interesar

Un anuncio siempre nuevo
25 diciembre, 2023
Guillermo Lasso ¿prototipo de vago?
2 julio, 2022