Del separatismo vasco y la mala fama del burro

Hierros de un portón, España, 2014
¿Cómo cerrarán sus trayectórias y sus discursos aquellos
que promocionaron y vendieron (aventajándose con el protagonismo) la supuesta necesidad
de independencia de las Vascongadas (tierras ubicadas al norte de España y al
sur de Francia)? Esa propaganda impendentista estaba marcada por la promoción
de los seres humanos de esas partes, como si hubieran estado en las mismas
circuntancias de otros grupos ètnicos oprimidos, marginados, sometidos y explotados.

Cómo concluiran sus intervenciones aquellos que sembraron
el terror, derramando la sangre de los hijos de Euskadi y de los hijos de otros lares. Esos que tatuaron en la piel
de los jóvenes vascos la fama de ser agresivos y violentos. Quienes
empobrecieron la tierra extorsionando la industria y oscureciendo la hermosa tierra
euskáldun con su manifiestos y
consignas… Al final, a esos hay que preguntarles ¿para qué? Para despertarse
en un profunda crisis económica, la cual podía ser superada con la ayuda y
participación positiva del empendimiento que es característico de las gentes de
Eukal Herria.


Seguramente, algunos de los discursos separatistas
términaran por reconocer las influencias de los comunistas surgidos de la II Internacional, que pretendían
establecer un régimen marxista mediante un momento revolucionario violento, cuyo
efecto permanece en el rastro de sangre, ahora, es innegable. ¿Admitiran que se
equivocaron y fue un terrible error? ¿Pedirán perdón?


La ocasión del surgir estas preguntas son los encuentros que se realizan en Madrid
sobre el fin de brazo violento de separatismo vasco (El fin de la ETA y la recuperación de la convivencia en el Pais Vasco: temas
pendientes
en El Escorial y El fin de
la ETA y la recuperación de la dignidad y la libertad en el Pais Vasco: temas
pendientes
en la Universidad Camilo José Cela). Mientras, yo me esfuerzo por
entender la mala fama atribuida a los burros –mala fama, para mi, inmerecida-; pero,
tengo que reconocer: el simpático animalito, teniendo tantos buenos atributos,
al final no puede o no quiere andar hacia atrás, así sean dos pasos, debe girar
todo el cuerpo y esto “aunque el cielo se desplome”, como decía el rey  don Fernando.

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