Del Inti raymi y los cuentistas

Uno de los pocos basureros moscovitas, 2014.

Se escribe
mucho, pero por desgracia no sé lee en la misma proporción que se escribe, peor
aún son rojos los puntos porcentuales con respecto a los “escritores” y al
diálogo argumentativo. Con la “titulitis” que se expande por las tierras
ecuatorianas, como el èbola en otras latitudes, no es difícil de encontrar
algunos escritos que se presentan públicamente como esfuerzos intelectuales que
pretendería entender y explicar los hechos acaecidos, solo que estos se pierden
en sus divagares fantasiosos, en el mejor de los casos son ingenuas, pero cuando
tienen la sazón del interés tiene sabor a prevención. Entre estos casos está el
famoso “inti raymi”, una celebración
que en estos tiempos parecería institucionalizada, incluso, en los ciertos
lugares, bautizada y hasta confirmada.
Hay que
desempolvar los escritos, por ejemplo, los escritos de Waldemar Espinoza
Soriano, y comenzar a distinguir la especificidad de los pueblos que formaron
(obligadamente) las tierras del llamado Tahuantinsuyo (tierras sobre la cual
pende la densa nube de la contaminación de las cuentistas europeos que sin duda
tenían o tiene sus intenciones bien definidas y de las cuales no las pueden
zafarse). Pueblos que eran diversos entre ellos, esto significa que aquellos
pueblos no tenía las mismas celebraciones ni los motivos que les inspiraban
eran los mismos, suponerlo es como decir que es lo mismo bailar reggaetón que
el sanjuán.
Al parecer
algunos, entre los “estudiosos” y divulgadores, están contentos de que todas
las cosas son iguales para todos, o mejor dicho, artificialmente aplanadas,
solo que esto es una mentira y nada bueno sale de las mentiras.
Fermín H.
Sandoval
ferminhomero@gmail.com

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