Del cincuentenario de la apertura del Concilio Vaticano II
1 octubre, 2012
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Villa Cagnola (Varese, Italia), sitio de particular recuerdo, pues, este lugar
fue el punto de encuentro de los obispos del centro-norte de Europa, durante
las sesiones del Vaticano II, a propósito de la celebración del cincuentenario
de la apertura del evento eclesial y cuando la mayoría de sus protagonistas han
muerto o están por dejar este mundo para responder por los actos que hicieron o
para responder por los que no dejaron hacer.
Villa Cagnola (Varese, Italia), sitio de particular recuerdo, pues, este lugar
fue el punto de encuentro de los obispos del centro-norte de Europa, durante
las sesiones del Vaticano II, a propósito de la celebración del cincuentenario
de la apertura del evento eclesial y cuando la mayoría de sus protagonistas han
muerto o están por dejar este mundo para responder por los actos que hicieron o
para responder por los que no dejaron hacer.
No es por
todos los cristianos conocido, en nuestros medios especialmente, que para la
celebración del Concilio Vaticano II existían preparados los documentos para que
fueran aprobados y proclamarlos; es decir, los documentos estaban escritos
antes de iniciar las sesiones conciliares.
todos los cristianos conocido, en nuestros medios especialmente, que para la
celebración del Concilio Vaticano II existían preparados los documentos para que
fueran aprobados y proclamarlos; es decir, los documentos estaban escritos
antes de iniciar las sesiones conciliares.
También,
no se conoce, en su debida extensión y profundidad, las posiciones internas de
los obispos en las sesiones del Concilio Vaticano II. Posiciones o tendencias
malentendidas o mal definidas, incluso, pues etiquetaron a algunos de los obispos
participantes como conservadores (Ottaviani y sus muchachos -con Lefevre a la
cabeza de los extremistas-) y a otros como progresistas (algún obispo alemán y
sus compañeros). A los que hay que sumar el resto de los obispos asistentes (la
mayoría africanos y americanos), que casi serian como espectadores, pero que al
final apoyaron a una u a otra propuesta. De hecho la gran pregunta, que salta a
la luz, es como un pequeña minoría se impuso y cambio de raíz los esquemas en
el Concilio Vaticano II.
no se conoce, en su debida extensión y profundidad, las posiciones internas de
los obispos en las sesiones del Concilio Vaticano II. Posiciones o tendencias
malentendidas o mal definidas, incluso, pues etiquetaron a algunos de los obispos
participantes como conservadores (Ottaviani y sus muchachos -con Lefevre a la
cabeza de los extremistas-) y a otros como progresistas (algún obispo alemán y
sus compañeros). A los que hay que sumar el resto de los obispos asistentes (la
mayoría africanos y americanos), que casi serian como espectadores, pero que al
final apoyaron a una u a otra propuesta. De hecho la gran pregunta, que salta a
la luz, es como un pequeña minoría se impuso y cambio de raíz los esquemas en
el Concilio Vaticano II.
De los
escritos al respeto de repensar el Concilio Vaticano II leí un ensayo de Enzo
Bianchi, escritor italiano, que propone la consideración del Concilio como un
concretarse en aquella frase, más que sugerencia, de Pablo VI de convertir a la
Iglesia y por ende a cada cristiano en “expertos en humanidad”. Luego, de una
argumentación sobre el significado de “humanidad”, Bianchi concluye con la propuesta
sobre la prioridad de atender y entender al hombre concreto. ¡Oh sorpresa! ¡Qué
novedad! Especialmente, para los ecuatorianos que escucharon repetir esa máxima
a Mons. Leonidas Proaño. Al parecer, hay gente que no la ha considerado,
todavía. ¡Sorprendente!
escritos al respeto de repensar el Concilio Vaticano II leí un ensayo de Enzo
Bianchi, escritor italiano, que propone la consideración del Concilio como un
concretarse en aquella frase, más que sugerencia, de Pablo VI de convertir a la
Iglesia y por ende a cada cristiano en “expertos en humanidad”. Luego, de una
argumentación sobre el significado de “humanidad”, Bianchi concluye con la propuesta
sobre la prioridad de atender y entender al hombre concreto. ¡Oh sorpresa! ¡Qué
novedad! Especialmente, para los ecuatorianos que escucharon repetir esa máxima
a Mons. Leonidas Proaño. Al parecer, hay gente que no la ha considerado,
todavía. ¡Sorprendente!
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