De un déspota vestido de oveja
22 julio, 2014
Tronco podrido, 2005
Siempre tengo lástima
de los déspotas, porque percibo que es mi reflejo, por lo cual no termino de
arrepentirme, pero, aunque siempre hago propósitos
no sé cuándo ese monstruo del despotismo aparece como rezago de mi pasado, de
aquel tiempo en el cual era desconocida y no practicada la meditación. Cada vez
que siento cercano una de esas auténticas miserias humanas, que son los déspotas,
admito que el sentimiento de combatirlos es patente, como recomienda L. Trotsky
ante el abuso del poder absolutista, y reconozco, con mucho pesar, que quizá no
hay otro camino que el desenvainar y prepararse para el combate, pues el magnífico
verso de Violeta Parra sobre la respuesta “del cariño, para que el malo se
vuelva puro y sincero” (Volver a los 17),
es utopía, solo tiene lugar en El país de
Nunca Jamás (Never Land).
de los déspotas, porque percibo que es mi reflejo, por lo cual no termino de
arrepentirme, pero, aunque siempre hago propósitos
no sé cuándo ese monstruo del despotismo aparece como rezago de mi pasado, de
aquel tiempo en el cual era desconocida y no practicada la meditación. Cada vez
que siento cercano una de esas auténticas miserias humanas, que son los déspotas,
admito que el sentimiento de combatirlos es patente, como recomienda L. Trotsky
ante el abuso del poder absolutista, y reconozco, con mucho pesar, que quizá no
hay otro camino que el desenvainar y prepararse para el combate, pues el magnífico
verso de Violeta Parra sobre la respuesta “del cariño, para que el malo se
vuelva puro y sincero” (Volver a los 17),
es utopía, solo tiene lugar en El país de
Nunca Jamás (Never Land).
El amor solo cambia el corazón
de los hombres malvados cuando se tiene la fuerza para defenderlo, de lo
contrario esos no se detienen en sus ultrajes y en sus humillaciones. Cada vez
que siento la presencia de un déspota y
pienso que la respuesta justa sería el cariño recuerdo el caso narrado por
Ernesto Sábato en El Túnel (1946),
como una bestia, con figura humana, no se detiene hasta que su hambre termina
de devorar a su presa, una presa que es la única persona capaz de amarle.
de los hombres malvados cuando se tiene la fuerza para defenderlo, de lo
contrario esos no se detienen en sus ultrajes y en sus humillaciones. Cada vez
que siento la presencia de un déspota y
pienso que la respuesta justa sería el cariño recuerdo el caso narrado por
Ernesto Sábato en El Túnel (1946),
como una bestia, con figura humana, no se detiene hasta que su hambre termina
de devorar a su presa, una presa que es la única persona capaz de amarle.
Cuanta mentira con
sabor a sabiduría. ¿Cuánta? ¡Infinita! Como infinito es el lenguaje. No en vano que K. Marx denuncia la existencia
de estructuras en apariencia “nobles” pero que esconden intereses mezquinos,
lanzando a los pilones y a las pailas trozos de opio y de lisonjas. Sí, tengo
lástima de los déspotas, no tengo dudas que para ellos no es el Reino de los
Cielos, esos se construyen su soledad de infierno entre lenguas empalagosas. ¡Yo
no quiero ser así! ¡Así, entiendo mi necesidad de Salvación! No quiero que mi corazón
sea déspota o que se deje anegar en el torrente del despotismo. ¡Señor,
misericordia!
sabor a sabiduría. ¿Cuánta? ¡Infinita! Como infinito es el lenguaje. No en vano que K. Marx denuncia la existencia
de estructuras en apariencia “nobles” pero que esconden intereses mezquinos,
lanzando a los pilones y a las pailas trozos de opio y de lisonjas. Sí, tengo
lástima de los déspotas, no tengo dudas que para ellos no es el Reino de los
Cielos, esos se construyen su soledad de infierno entre lenguas empalagosas. ¡Yo
no quiero ser así! ¡Así, entiendo mi necesidad de Salvación! No quiero que mi corazón
sea déspota o que se deje anegar en el torrente del despotismo. ¡Señor,
misericordia!
También te puede interesar

No hay “vino” bueno: La Iglesia en el Ecuador
1 febrero, 2019
Corrupción y cambio
11 mayo, 2023