Curiloma y el Lechero

El Lechero con el fondo del Cotacachi, Otavalo, 2013 
Una de
las extrañas teorías que he escuchado sobre las antiguas prácticas, pre
hispánicas, de culto religioso trata de los sitios de ofrenda y respuesta. Uno
de esos lugares “sagrados” serían las colinas que se encuentran entre Otavalo y
el lago de san Pablo (Imbabura), donde se destacan: Reyloma –la colina que tiene
un árbol de lechero en la cima- esta sería el lugar de la petición o súplica,
por este motivo  algún “curioso”
introdujo los ritos de ofrenda a la tierra (Pachamama)
cavando en torno al árbol y enterrando alimentos;  y Curiloma, la colina vecina al Lechero, que sería donde el suplicante recibe la respuesta del “dios”, de
allí el nombre “curi” (oro o luz). Obviamente, si fuera sitios de culto pre
hispánico y por lo tanto pre-inca conservarían los nombres originales, no
serían términos quichuas, serían algo como por ejemplo “Quichinche”,
“Cotacache”, “Cubilche”… o “Fuya-Fuya”.

Lo
demostrado, por la arqueología como por las referencias documentales,
es que Reyloma, en tiempos de la conquista inca, fue un puesto de militar, un
Pucará. Y, sin duda, hoy en día se puede convertir en un punto principal del
desarrollo de la comunidad; solo que se tienen la remolda de algunos que ni
entiende la historia, ni la cultura y quien sabe los intereses que les inspiran.
Como sea, los dos sitios son realmente una maravilla que permiten sentir la
magia de Otavalo e incluso ser parte del corazón del Imbabura que siempre late
en la mirada de quien lo observa. ¡Hay muchos trabajo que hacer!  ¡Y es muy difícil!

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