Chávez llegó al tramonto pero la jornada apenas está amanecida

 

Uno días anteriores leí un artículo en una revista
de pseudo pensamiento católico (en este caso el término pseudo califica sea al
pensamiento y sea a católico). El articulista de ese escrito comentaba el
gobierno de Hugo Chávez en Venezuela y su influjo en la región. En resumen la
publicación esgrimía el argumento del poder “tiránico (de un “dictador”) en
Latinoamérica” como si fuera una constante de la cual los pueblos americanos no
han podido desligarse. Y como si los líderes siguieran engañado a los pueblos
con vanas promesas y sometiéndolos, para abusar del poder a su capricho e
intereses, quitando las libertades a los seres humanos y oprimiéndolos con un
empobrecimiento aún mas fuerte.
 
Ciertamente, a cualquier europeo resulta difícil
entender tanto la realidad latinoamericana como los tormentosos efectos de sus
legados y sus influencias (europeas) en la política, la economía, la religión…
que sobretodo minusvalora y sataniza el pasado de las civilizaciones.
 
Es difícil conversar con uno de esos señores pues
viven encerrados en las propias imágenes por ellos fabricadas; esas imágenes
son fantasías inventadas y preconizadas como si fueran verdades únicas y
absolutas. Lo grave de este endemoniado juego es que estos “amigos” han
impuesto esas imagines a los latinoamericanos y se encolerizan cuando ven que
estos no aceptan lo que ellos dicen.
 
El aporte de los grandes líderes de América está
precisamente en propiciar la ruptura de las esclavitudes, como también lo ha
hecho Hugo Chávez: un hombre que grita, que desafía, que pide a todos los hijos
de la Patria Grande reconocerse como seres humanos capaces y responsables de
hacerse cargo de su proprio futuro. Si la jornada para Hugo Chávez llegó al
tramonto no se puede mirarla y acusar al personaje como un traidor por no haber
hecho lo que creyó que era justo hacer, pues lo hizo, con coraje y decisión.
 
La petición y la dedicación principal por enseñar a
pensar y a ser libres en América Latina es una jornada que recién amanece. ¡Que
las voces que enseñan no se queden solo en voces huecas y sordas! Comandante,
no hay épocas de paz. Siempre, hay quienes quieren sacrificar a los niños y a
los jóvenes, esos no vienen solo a robar y llevarse las cosechas o a destruir
las casas… vienen a encadenar, a ultrajar, a satanizar el nombre de los padres.
Hay que estar preparados, aprender a luchar con las armas necesarias y
adecuadas. Si el tramonto llega para los buenos hombres el amanecer de la
libertad es el salario cuotidiano que hay que ganarlo siempre, que hay que sudarlo
siempre desde la madrugada hasta quando que el sol se apaga y se enciende otra vez
la esperanza de otro día.

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