Antidemocracia: Revolución Ciudadana

Rafael Correa y sus amigos, auto proclamados “Revolución Ciudadana”,
desde los inicios en el encargo del poder en nuestra República acentuaron la
demoniaca confusión, absolutamente antidemocrática, de pensarse o creerse que
debían solo gobernar para un grupo y por ende marginar y satanizar al resto
(fue, Rafael Correa, quien introdujo e hizo patente la torpe división entre
“pelucones” y no pelucones), con la justificación que ellos, los de Correa,
ganaron democráticamente y los otros perdieron. Obvio, que para notar el error
no hace falta haber obtenido un PHD en Harvard 
(los Estados Unidos) o una licenciatura en la Universidad Politécnica
Salesiana (UPS) del Ecuador: la democracia incluye la participación consciente de todos los miembros de una sociedad, no puede quedar excluido ninguno.
El proyecto político de Alianza Pais –dicen los entendidos
de la Revolución Ciudadana- se encuentra en la Constitución de Montecristi (un
documento frankesteniano por la forma en que yuxtapone contenidos); con
semejante respuesta cualquiera se queda pasmado, como cuando se responde de
manera complicada a la pregunta ingenua de un niño. Y para colmo, todo
ecuatoriano comprendía que cosa querían los de la Revolución Ciudadana a acepción
de algunos retrasaditos que nos costó “comprenderlo”.
El socialismo del siglos XXI -cosa que no se sabe que mismo
es- decían que es el sustento teórico aunque el único «socialismo» que resalta en
las habitudes introducidas por “revolucionarios” es el uso panfletario y
propagandístico de la información, pues proponen o crean “una verdad” a su
capricho y eliminan las posibilidades de que la información pueda llegar al
público.  Este hecho desdice de la
vocación “democrática” de los de la Revolución Ciudadana, que para mayor
angustia se erigieron una oposición inútil y ofrecen unas alternativas inviables.

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