Adiós de Mons. Leonidas Proaño
20 septiembre, 2018
Recostado entre la hierba
![]() |
Dibujo de Fabián Latorre para el libro Quedan los árboles que sembraste |
Sorprende
a quien presenta el poemario Quedan los
árboles que sembraste (Riobamba, 1984),
descubrir una sensibilidad poética en Mons. Leonidas Proaño. La
mencionada obra, publicada como homenaje del equipo de ERPE (Escuelas
Radiofónicas Populares del Ecuador) al obispo de Riobamba, en sus XXX
aniversario de consagración episcopal, es una recopilación de poemas fechados
entre 1926 y 1984. La obra, ilustrada por Fabián Latorre, es la primera que ofrece una colección de poesía de Mons. Proaño. Comparto su poema Adiós (p.14), del 19 de junio de 1927, cuando
el autor tenía diecisiete años, seguramente al iniciar su preparación en el
seminario San José de Quito.
a quien presenta el poemario Quedan los
árboles que sembraste (Riobamba, 1984),
descubrir una sensibilidad poética en Mons. Leonidas Proaño. La
mencionada obra, publicada como homenaje del equipo de ERPE (Escuelas
Radiofónicas Populares del Ecuador) al obispo de Riobamba, en sus XXX
aniversario de consagración episcopal, es una recopilación de poemas fechados
entre 1926 y 1984. La obra, ilustrada por Fabián Latorre, es la primera que ofrece una colección de poesía de Mons. Proaño. Comparto su poema Adiós (p.14), del 19 de junio de 1927, cuando
el autor tenía diecisiete años, seguramente al iniciar su preparación en el
seminario San José de Quito.
Adiós
En boca de uno que se expatria
Desde
aquí, desde esta loma
aquí, desde esta loma
del
altísimo Mojanda,
altísimo Mojanda,
por
vez último, Imbabura,
vez último, Imbabura,
te
dirijo una mirada.
dirijo una mirada.
Comunica
tú mi viaje
tú mi viaje
a
mi tierra dulce y grata,
mi tierra dulce y grata,
y
que de mí no se olvide
que de mí no se olvide
di a mi madre idolatrada.
Yo
me voy, ¡oh patria mía!…
me voy, ¡oh patria mía!…
mas
si vuelo, en tus entrañas
si vuelo, en tus entrañas
una
tumba no me niegues
tumba no me niegues
amorosa
y abrigada.
y abrigada.
Mas la tierra que me cubra
flor ninguna crecer haga,
que produzca solamente
de verbenas una mata.
¡Ay, qué amargos pensamientos
mi corazón triste embargan
y con qué crueldad agitan
mi cabeza y toda mi alma!
Recostado entre la hierba
de esta loma. ¡oh patria cara!,
te dirijo una sincera,
sincera y tierna mirada.
¡Suelo bendito!, yo quiero,
antes de emprender mi marcha,
que un grito doloroso
mi postrimer adiós salga.
Adiós, madre, no resienta
tu afecto mi acción ingrata…
¡quizá un día arrepentido
pida perdón de mi falta!
¡Adiós, adiós, Imbabura!
¡Patria, adiós, adiós, oh patria!
¡Ay el dolor me consume:
te voy dando las espaldas!
¡Adiós, gratos, dulces, tiernos
amoríos de mi infancia!
¡Adiós, cuna inestimable,
Huertos donde yo
jugaba!…
Más recientes
El poema la flauta de Leonidas Proaño
También te puede interesar

Bestias de pajas
5 septiembre, 2024
Chagras y Huairapamushcas
21 noviembre, 2018